¿En dónde debe recaer la sustentabilidad? La pregunta es difícil y pertinente, y podría replantearse: ¿en qué nicho de la basta actividad económica deben redoblarse los esfuerzos para respetar los límites geofísicos de nuestro planeta, conservando la biodiversidad y la biomasa sin sacrificar el desarrollo y aumentando la productividad? El escenario se complica aún más cuando tomamos en cuenta que la población global crecerá a 9 mil millones hacia mediados de siglo (ver artículo). El actual paradigma de desarrollo no rendirá para acomodar a esos 3 mil millones más; desde 1999 la humanidad explota a la biosfera en un 120% por encima de su capacidad de regeneración (Scientific American, 2001). Entonces la pregunta planteada a comienzos de este artículo se convierte en menester. El vicepresidente del World Wildlife Fund (WWF) Jason Clay presentó una lúcida respuesta en las Ted Talks realizadas el verano pasado en Oxford. De acuerdo a Clay la sustentabilidad debe ser una condición precompetitiva del mercado, en la que las grandes empresas globales ofrezcan bienes sustentables excluyendo la posibilidad –hasta ahora predominante- del consumo responsable individual. El vicepresidente del WWF se basa en la dificultad de delegar la sustentabilidad a los casi siete mil millones de personas que habitan el planeta. Por simples números es más sencillo trabajar con las empresas globales cuya huella ecológica es más profunda. Así, tras extensos estudios, esta organización ambientalista ha focalizado 15 commodities que representan el mayor riesgo para 35 zonas prioritarias para el funcionamiento de los ecosistemas del planeta (como el bosque tropical del Amazonas o el de Borneo) por su contaminación de agua, erosión de suelos, aumento de emisiones y deforestación. De estos commodities (soya, carne de res, café, aceite de palma etc.) 70% de su comercio depende de entre 300 y 500 empresas. De ahí veinticinco por ciento de ese total depende de 100. Si estas corporaciones integran prácticas sustentables a la cadena de producción de estos productos podría salvaguardarse la conservación de estas 35 zonas prioritarias. Esto se debe a que las empresas encargadas de la comercialización de estos commodities pueden promover la sustentabilidad entre los 1.5 miles de millones de productores de manera más eficaz que los consumidores. Con esta información WWF ha logrado en 18 meses establecer grupos de trabajo para integrar la sustentabilidad de cuarenta de estas empresas en sus respectivas cadenas de producción. En otros 18 meses esperan conseguir a otras cuarenta. Todo este trabajo también se enfoca en aumentar la productividad en vísperas de nuestro futuro más poblado, alcanzando un balance entre la necesidad del desarrollo y la conservación de los sistemas que sostienen la vida en el planeta. Por ejemplo, es necesario aumentar la producción agrícola en un 70% para mediados de siglo (ver artículo) sin disparar la deforestación. La sustentabilidad será una larga y sinuosa ruta. Pero lo expuesto por Jason Clay ayuda a acotar la masividad del problema y nos acerca a valiosas repuestas.
La tan citada ponencia:
jueves, 26 de agosto de 2010
La sinuosa ruta hacia la sustentabilidad
martes, 24 de agosto de 2010
Grandes argumentos por el matrimonio gay
La Senadora por el estado de Nueva York Diane J. Savino tomó la palabra el 2 de diciembre del año pasado para defender una legislación para aprobar el matrimonio gay en su estado. Su argumento es lúcido e inspirador. Es un material complementario muy interesante para el artículo titulado La iglesia invasora.
lunes, 23 de agosto de 2010
La iglesia invasora
El matrimonio gay y su recientemente reconocido derecho a la adopción (ver artículo) ha generado un enfrentamiento sui generis entre el Jefe de Gobierno capitalino Marcelo Ebrard y el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez. Esta pugna resulta importante fundamentalmente por dos motivos: primero es un duro golpe para la izquierda política defeña que por vez primera debe enfrentar a aquél México dogmático y conservador que desde estas latitudes se ha negado a ver, lo que a su vez le ha dificultado enormemente la posibilidad de presentar un proyecto nacional que la viabilice como una genuina alternativa política en México. Las cifras demuestran lo riesgoso de promover una agenda de corte progresista en este país. De acuerdo a una encuesta nacional realizada BGC-Excélsior 77% de los encuestados desaprueba el visto bueno de la Suprema Corte de Justicia al derecho a la adopción de hijos por parte de parejas homosexuales en nuestra capital. Ahora el PRD choca por vez primera con el México mayoritario, aquél que no ha lo grado convencer en las urnas de las elecciones estatales. Las lecciones de este embate serán valiosas para el PRD y su quimérica infinidad de corrientes. Segundo, demuestra el estado crítico en el que se encuentra la Iglesia Católica en la globalización, desubicada y rebasada por la complejidad y pluralidad de las sociedades abiertas gestadas en los diferentes modelos democráticos del planeta. La Iglesia Católica está invadiendo funciones que le competen al Estado mexicano y las decisiones emanadas de sus gobiernos. El problema es que esta institución, que representa la Fe de casi el 88% de los mexicanos según el Censo de Población y Vivienda 2000, se sigue concibiendo bajo la visión medieval de ser un Estado dentro del Estado. Y esto trae consigo enormes contradicciones. La Iglesia Católica Romana demanda ejercer influencia sobre la conformación de la agenda pública nacional y sus leyes, como en el caso del aborto o del matrimonio y la adopción gay. Sin embargo a la hora de encarar los cargos de pederastia por parte de sus cuadros las leyes mexicanas pasan a segundo plano para dar paso al encubrimiento por parte del Estado soberano del Vaticano. Si la Iglesia Católica aspira a tener mayor participación en lo público e incidir en la conformación de leyes y marcos regulatorios nacionales (a lo que tiene derecho si queremos laurearnos de ser auténticos “demócratas”) debe apegarse a nuestra Constitución, ya sea para imponer sus intereses o para encarar sus crímenes. Pero esto no está ocurriendo en ningún lugar donde la Iglesia tenga presencia y el cambio en esta anacrónica percepción se vislumbra muy distante. El Estado mexicano es laico y por ello debe velar por los derechos de todos y no imponer dogmáticamente la visión mayoritaria (que puede estar profundamente equivocada, cuestión de voltear a Irán o Venezuela). Esa es una jurisdicción natural de nuestro Estado, su “campo de acción”. El de la Iglesia Católica se limita al de sus creyentes que en este caso son la mayoría del país. Si ellos como institución no están dispuestos a reconocer el matrimonio y la adopción homosexual no tienen porqué hacerlo. Sin embargo esto no les permite imponerse a minorías que no se adscriben a su religión como los cristianos, judíos y ateos. La sociedad compleja y plural que conformamos cuenta con formas de unión muy diferentes a la familia católica y monolítica. Prueba de ello es que se estima que el 10.3% de los hogares mexicanos son monoparentales (CONAPO, 2007) y el 10.2% son de unión libre (INEGI, 2000) ¿No debería la Iglesia pugnar en contra de los derechos civiles de estos hogares ya que, al igual que los homosexuales, no cumplen con los estándares de moral de la familia católica mexicana? El Gobierno capitalino está velando por los derechos civiles de una de las minorías más castigadas y perseguidas de la historia. Y la Iglesia Católica no tiene derecho a invadir e imponerse en campos de la vida pública que no le corresponden.
Para aunar más:
La Iglesia Católica: Celibato y Crisis
México y el aborto
miércoles, 11 de agosto de 2010
Nuestra sedienta capital
Sigo estacionado en esta serie de artículos que exploran la complejidad de nuestra bastísima capital, explorando sus leviatánicos pendientes que son producto de habitar una de las metrópolis más pobladas y dinámicas del planeta. En las publicaciones anteriores exploramos dos problemas fundamentales del Distrito Federal y la Zona Metropolitana: la lacerante y grave disparidad junto a la pauperización del paisaje urbano y la calidad de vida producto del monopolio del automóvil sobre la movilización de nuestra ciudad. Ahora nos concierne otro problema de inmensas implicaciones, el manejo del agua. La Ciudad de México es una metrópoli muy sedienta. La demanda del vital líquido excede los 350 litros por habitante al día en el DF y 250 litros en la Zona Metropolitana. Este nivel de consumo a estándares globales es sumamente alto, considerando el requerimiento de países desarrollados donde la demanda diaria es de 170 litros per cápita. La fuente de abasto principal es el subsuelo que cubre el 71% de la demanda capitalina. El acuífero está sobreexplotado en un 30% por arriba de su capacidad de recuperación. Mientras tanto cubrir la demanda restante tiene un profundo impacto en el consumo energético nacional. El sistema de bombeo que transporta agua del Cutzamala a la Ciudad de México consume una cantidad diaria de electricidad equiparable al que utiliza Monterrey. La mayoría de esta energía proviene de quemar carbón, una de las principales causales para el aumento de las emisiones de efecto invernadero (por unidad el carbón genera más CO2 que el petróleo y el gas). Este desperdicio masivo de energía afecta a la inversión y eleva el costo del metro cúbico de agua a 12 pesos. Sin embrago este alto costo es distorsionado por un sistema de cobranza pública distorsionante cuya demagogia no considera la importancia de este líquido para la sustentabilidad urbana al largo plazo. Una cuarta parte de los consumidores no tienen medidores en sus hogares y establecimientos, lo que nos guía a un estado gravísimo de negación sobre el consumo real de toda la Zona Metropolitana. Recientemente los Asambleistas del Distrito Federal cambiaron las tarifas de agua con base a tres clasificaciones de consumo doméstico: un millón 300 mil usuarios de rango popular o bajo, 220 mil medio y 223 mil de consumo alto. Este sistema, que opta por la colectivización de las tarifas por encima de la cobranza individual, trae consigo enormes problemas. Muchos hogares de consumo bajo se encuentran en zonas de consumo alto y aún así pagan tarifas diametralmente opuestas a su demanda real. Lo mismo ocurre a la inversa, con consumidores altos que terminan pagando tarifas de demanda bajas. Pero las tarifas son sólo un flanco más para atender el problema del abasto de agua en nuestra ciudad. Urge también instalar una infraestructura moderna y operante para capturar agua de lluvia cuya precipitación anual promedio es de entre 600 y 1500 milímetros. Esto puede lograrse con sistemas domésticos y con una red de drenaje pluvial. Además es necesario instalar plantas de tratamiento para posibilitar la reutilización del agua y actualizar el sistema existente para disminuir inundaciones, pérdida por fugas y fallas en el suministro. Se estima que más del 30% del consumo total se desperdicia en fugas. Cuatrocientas mil personas en la Delegación Iztapalapa no tienen acceso a agua por parte del gobierno, lo que los lleva a cubrir la escasez con proveedores privados. Estas medidas deben disminuir la dependencia que tiene nuestra ciudad por agua proveniente de estados vecinos. Las tarifas deben individualizarse con base al consumo para responsabilizar a los usuarios, los slogans y las campañas publicitarias no bastan para disminuir el desmedido consumo. El problema del agua en nuestra sedienta capital debe atenderse. Sino el futuro de esta gran ciudad al mediano y largo plazo se vislumbra muy sombrío.
Una capital desigual y muy distante
miércoles, 4 de agosto de 2010
Una capital desigual y muy distante
Como observamos en el artículo anterior, la Zona Metropolitana de esta ciudad es extremadamente polarizada, un lugar dónde niveles de desarrollo de Italia cohabitan con los de los Territorios Palestinos. En lo respectivo al ingreso esta ciudad mezcla otra volátil combinación: niveles de ingreso per cápita de España o Singapur con los de Ghana e Indonesia. El impacto de esta disparidad es enorme y sus implicaciones van mucho más allá de las cifras. En lo arquitectónico trae consigo un paisaje urbano cercenado, donde los conjuntos amurallados invaden a los barrios pauperizados y excluidos. La disparidad violenta nuestro entorno, no sólo en la convivencia diaria sino también en la distribución espacial de la ciudad. Pero el DF puede convertirse en una ciudad más habitable y humana. Antes debemos replantear uno de los problemas más grandes de la rutina defeña: la movilidad, que está agotada y quebrantada por privilegiar ilusoria e insosteniblemente el transporte particular como el medio mayoritario de esta capital. Cuatro millones de vehículos asfixian nuestras arterias viales día con día y sus implicaciones son enormes. Según el Anuario 2005 del Transporte y la Vialidad, elaborado por la Secretaría de Transportes y Vialidad de la Ciudad de México, 70.6% de las personas que viajan diariamente dedican más de una hora en llegar a su destino. De esas 40.7% de la población destinan más de dos horas a sus traslados. La congestión vial cuesta horas productivas y desgasta a los ciudadanos. El coche particular se ha propagado como un agresivo cáncer y las cifras lo demuestran. En 1986, 19% de la población se trasladaba en metro; para 2000 se desplomó a 14%. Hace 20 años 42% utilizaba autobús, porcentaje que disminuyó a 9% para ese mismo año. El tráfico dificulta el transporte de insumos, lo que afecta a toda la actividad comercial. Los últimos estudios han demostrado que los vehículos particulares de tránsito lento se encuentran entre las fuentes principales de emisiones contaminantes en los núcleos urbanos. Además absorben una cantidad masiva de espacio, un fin muy escaso y disputado en nuestra enorme metrópoli. Para transportar a 50 mil personas en una hora se requiere de 175 metros de avenidas utilizadas sólo por automóviles, 35 metros por autobuses y 9 por un tren de metro. Los coches contaminan y absorben cantidades masivas de espacio urbano. Por ejemplo un viaje de un punto a otro en auto absorbe 90 veces más espacio que uno hecho en metro y 20 veces más que uno en camión. Este último consume entre 3 y 5 veces menos energía en transportar una persona en coche. El crecimiento de la flota privada de vehículos lleva a que los gobiernos construyan más infraestructura que siempre resulta insuficiente (como el nefasto proyecto de la Supervía), ampliando la mancha urbana y agrandando las distancias. Esto genera un ciclo vicioso de pauperización urbana, en la que los vehículos in crescendo moldean el paisaje a sus necesidades sacrificando parques, zonas ecológicas y barrios históricos. DF es un lugar dispar y excluyente. Y el transporte privado está influyendo profundamente para ampliar esos océanos que nos distancian como chilangos.
Para aunar más:
Una capital infinita y muy desigual
Por un DF más humano
El potencial de la marginalidad urbana en el siglo XXI
Contra la supervía
Contra la Tiranía del Automóvil
domingo, 1 de agosto de 2010
Una capital infinita y muy desigual
La Ciudad de México es enorme. Es una caótica mancha urbana que parece no tener fin. Su dimensión es tal que ha rebasado la jurisdicción de distintos gobiernos, sus respectivos programas de políticas públicas y el alcance de sus marcos jurídicos. Esto se debe a que esta megalópolis es mucho más que sus dieciséis delegaciones, es además 58 municipios del Estado de México y uno de Hidalgo. En este océano de asfalto 23 millones de seres humanos conviven día con día, dándole vida a una de las ciudades más vibrantes y dinámicas del mundo. Pero este dinamismo vertiginoso la vuelve más compleja, y a veces conflictiva. La Zona Metropolitana funge como un masivo microcosmos de nuestro peor problema como nación: la disparidad y la pobreza. Salir a las calles es toparse con contrastes que se enfrentan en cada esquina y cada avenida leviatánica: los indigentes comparten las aceras con los profesionistas, los vehículos de lujo se pelean el carril con las carcachas más destartaladas. Las consecuencias de esta convivencia son varias, dotan a nuestra ciudad de una riqueza de identidades enorme pero a su vez trae consigo una inseguridad rapante basada en una infame injusticia. De acuerdo a la Secretaria de Desarrollo Social del Distrito Federal entre el 50 y el 54% de la población de la ciudad (las 16 delegaciones; con una población aproximada a los 9 millones de habitantes) vive en alguna condición de pobreza. En el informe Estado de las Ciudades del Mundo 2010/2011: Reducir la Brecha Urbana del programa ONU-HABITAT la Ciudad de México se encuentra entre las más dispares del mundo, mostrando un Índice Gini (la medida de desigualdad más ampliamente utilizada) de 0.52. Esto ubica a nuestra capital como una de inequidad “muy alta” a estándares globales y compartiendo el puesto con ciudades como Nairobi, en Kenya, Addis Abeba, en Etiopía y Maseru, en Lesotho. Sin embargo esta no es la única cifra que pone en tela de juicio a nuestra dispar y excluyente metrópoli. En el reporte Índice de Desarrollo Humano Municipal en México el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) contrastó el IDH (expectativa de vida al nacer, alfabetización, matrícula en educación básica y capacidad de consumo) de toda la Zona Metropolitana; una de las metodologías para cuantificar y comparar los niveles de desarrollo más utilizadas a nivel global. Los resultados son tan sorprendentes como preocupantes. La Delegación Benito Juárez del Distrito Federal, con un Índice de Desarrollo Humano de 0.9168, se posiciona entre los lugares 21 y 22 mundial, similar a Italia (IDH 0.9200) e Israel (IDH 0.9080). En contraste, la demarcación con el nivel de desarrollo más carente es el municipio de Villa del Carbón en el Estado de México, con un IDH de 0.7280, que lo ubica entre los lugares 101 y 102, similar a los Territorios Palestinos (IDH 0.7260). Juntar niveles de desarrollo de Italia con los de Palestina traerá consigo grandes problemas sociales. El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita es otra medida útil. La Delegación Benito Juárez tuvo un PIB per cápita de $32,244 dólares anuales en 2004 con el cual superaba a países como Dinamarca ($30 mil 940 dólares), Suiza ($30 mil 010 dólares) y Japón ($26 mil 940 dólares). Miguel Hidalgo ($22 mil 014 dólares) y Coyoacán ($21 mil 622 dólares) eran comparables con países ricos como Singapur ($24,040 dólares), Nueva Zelanda ($21 mil 740 dólares) y España ($21, mil 460 dólares). Los municipios conurbados de Chiconcuac, Ozumba y Tepetlixpa cuentan con un PIB per cápita anual de $ 2 mil 180, $3 mil 719 y $3 mil 779 dólares respectivamente, esto los ubica con niveles de ingreso similares a los de Indonesia ($3 mil 230 dólares), Nicaragua ($2 mil 470 dólares) y Ghana ($2 mil 130 dólares). Esta medida puede ser engañosa. No quiere decir que todo habitante de la Miguel Hidalgo camine por la calle con más de $22 mil dólares en el bolsillo, pero da una idea general de las colisiones sociales y niveles de disparidad que cohabitan es nuestra capital. El GDF ha llevado una política social record en el país, destinando 40 mil millones de pesos en programas de apoyo educativo, apoyo a adultos mayores y seguro de desempleo. Sin embargo estos programas de asistencia no han bastado. Catorce delegaciones bajaron su IDH de acuerdo al estudio del PNUD anteriormente citado en 2008. Milpa Alta, la delegación menos desarrollada, cayó 343 posiciones. Magdalena Contreras, Iztapalapa y Xochimilco se desplomaron 100. Esto demuestra que los programas sociales, justos y necesarios en todo nivel de gobierno, no alcanzan. Necesitamos un crecimiento económico pujante y sostenible. Mientras tanto nuestra infinita ciudad seguirá siendo un reflejo de un país dispar e injusto.
Más inequidad y metrópoli en La Tragedia:
24 horas para explicar el odio de la exclusión en Francia
Por un DF más humano
miércoles, 7 de julio de 2010
Las alianzas y el integrismo
El nacionalismo en México se convirtió en una parte fundamental de una cultura política integrista que buscaba homogeneizar a una nación que, contradictoriamente, siempre ha gozado de un enorme pluralismo. El culto a los rituales patrios (desde el himno nacional hasta los mitos históricos como los niños héroes) se convirtió en pieza clave de los mexicanos, un pueblo cuya evolución histórica se vio mutilada por el monopolio de la visión de los triunfadores. Nuestro pasado conservador quedó en el olvido, satanizándose al punto del delirio. Pocos mexicanos tienen conocimiento de Lucas Alamán, uno de los pensadores conservadores más importantes de nuestra historia, lo que resulta reprobable y preocupante. Así nos criamos como pueblo, bajo los cánones “idealistas” del integrismo, que sólo perseguían fines pragmáticos. Con la alternancia el integrismo se fragmentó, tribalizando a nuestro pensamiento político bajo las burdas clasificaciones de “buenos” y “malos” (las cuáles pueden variar según la filiación político-ideológica). Esto se refleja en la inercia hacia la confrontación de nuestra clase política, cuyo integrismo, acompañado por un dogma hacia las unicidades programáticas, ha estancado el debate y la acción legislativa. Por ello argumentan (PRI, PAN y PRD) que sus diferencias ideológicas son irreconciliables, ya que cada uno está en “lo correcto” y la fuerza política contraria no tiene nada más que aportar medidas nefastas y lúgubres para nuestro país. Esto resulta delirante e ilusorio, y condena a nuestra clase política y a buena parte de la ciudadanía a un entendimiento sui generis de la democracia y sus prácticas. Este modelo busca repartir el poder de manera pacífica y se basa en dar sustento una pluralidad que sólo puede rendir resultados por medio de acuerdos. Las recientes alianzas entre el PAN y el PRD son un atentado contra esa visión integrista que nos ha dominado desde hace siglos, y sus principales críticos representan los polos más extremos del espectro ideológico en México (léase Beatriz Paredes, Andrés Manuel López Obrador y Vicente Fox). Pero los resultados de éstas reflejan el error de los dogmáticos defensores de la inamovible polarización: el Revolucionario Institucional perdió tres grandes estados para intercambiarlos por tres pequeños. Oaxaca, Sinaloa y Puebla representan el 11% de la población nacional y el 7.1% de la actividad económica del país; mientras que Aguascalientes, Tlaxcala y Zacatecas representan sólo el 3% de la población total y el 2.7% del Producto Interno Bruto. El triunfo PAN-PRD es una victoria no sólo sobre el PRI sino también sobre el integrismo dogmático que ha empañado el accionar político desde la alternancia en el año 2000. La mezquina e infudamentada confrontación entre el obradorismo y los panistas perdía por completo un hecho muy real para nuestro sistema de partidos: que el rival a vencer es, era y será el PRI, la fuerza predominante por más de ocho décadas en varios estados y cuyo dominio casi absoluto bloqueaba de facto la conformación de un sistema competitivo y alternante en México. Ahora queda por verse lo que los tres gobiernos de coalición harán en sus estados, sabremos cuál fue el alcance de las alianzas y como éstas se plasman en la conformación de una agenda política de derechas e izquierdas. Sin embargo lo logrado es de aplaudirse, es un claro distanciamiento de aquél integrismo que ha paralizado a nuestro país. Y es una señal muy esperanzadora de que hay sectores de la clase política que se están alejando del radicalismo confrontacional para adaptar el pragmatismo democrático. Esperemos que este experimento logre prosperar.
jueves, 1 de julio de 2010
De vuelta a la guerra contra el narco
El asesinato del candidato a la gubernatura de Tamaulipas Rodolfo Torre Cantú y la reacción presidencial que le siguió me recordó profundamente a un artículo que escribí a mediados de marzo titulado La guerra contra el narcotráfico: una reflexión. He decidido que ante la coyuntura algunas de esas palabras deben ser rescatadas del olvido. Espero que ayude a nuestra delirante clase política a salir del trance en el que se ha encontrado y sepa cuáles son sus verdaderos enemigos:
El narcotráfico y la delincuencia organizada son un problema real cuya evolución histórica es demasiado compleja para caer en reduccionismos acusatorios. Esta es la postura que ha adaptado la oposición, en particular y muy gravemente la izquierda. Resulta vital que la izquierda promueva una agenda social para hacer frente a la inseguridad, como programas de educación y empleo para jóvenes en zonas dónde se presenten los índices más altos de sicariato. La actual administración es de derecha y ha hecho algo muy acorde con su naturaleza histórica: el uso de la coerción. Es innegable que es necesario el uso de la fuerza para hacer frente al narcotráfico, pero la condena poco propositiva de la oposición (que no quiere “ensuciarse las manos”) condena a esta guerra a una brutal miopía operativa. Parte de vivir en un sistema democrático es que las corrientes ideológicas tienen la libertad de implementar políticas acordes, lo que sumado a la pluralidad debe traducirse en medidas que ataquen los problemas por diferentes flancos. La fuerza de la derecha resulta vital para atender el problema inmediato, los grupos de traficantes violentos que se dedican al homicidio, a la extorsión y el secuestro. Las medidas progresivas y sociales deberían hacerse presentes para dar soluciones al mediano y largo plazo, las políticas de educación, de apoyo para el empleo y las relacionadas a la lucha contra la disparidad y la exclusión. La oposición en México (más allá de la ideología) tiene una cultura de confrontación dogmática con la fuerza política en el poder, lo que está resultando en un manejo monopólico de la agenda pública. Es irresponsable asumir que, en democracia, las fuerzas políticas pueden abstener su involucramiento en los grandes problemas nacionales. Es una práctica nociva y reprobable.
La guerra contra el narcotráfico no puede seguir así. Debemos responsabilizarnos colectivamente con el problema la sociedad, los gobiernos y los partidos políticos para darle solución. Y eso requiere de una conjunción de medidas que le conciernen a todos los actores y a todos los espectros ideológicos. Este es el único país que tenemos, no hay otro. Y debemos responsabilizarnos con él.
jueves, 24 de junio de 2010
Contra la dogmática prohibición
Ninguna droga, ni siquiera el alcohol, es causa de los padecimientos fundamentales de la sociedad. Si queremos en encontrar el origen de nuestros problemas, no deberíamos examinar a la gente por drogas, deberíamos hacerlo por estupidez, ignorancia, avaricia o idolatría del poder.- P.J. O'Rourke
Hagamos una pausa de la muy necesitada distracción mundialista para volver a la crudeza del México contemporáneo. La guerra contra el narcotráfico ha continuado, con su ya rutinaria brutalidad y violencia desbordada. Las palabras de O´Rourke, afamado analista político y autor norteamericano, resultan enormemente lúcidas. Este enfrentamiento entre el gobierno federal y los grandes cárteles de la droga en México no persigue un fin claro, es una guerra condenada a la falta absoluta de un epílogo. Los 101 años de prohibición han fracasado para instaurar una forma de delincuencia globalizada cuyo poder amenaza a Estados en varios puntos del planeta, México es sólo una nación más de la larga lista que integran Jamaica, Pakistán, Perú, Afganistán y Colombia. La regulación de todas las drogas ilícitas se vislumbra como la única solución viable y sostenible al problema del narcotráfico, un sector que amparado en la ilegalidad obtiene ganancias masivas y aglomera un vasto poder coercitivo. La prohibición, y la insensata guerra que la acompaña, no es sólo inviable sino que también es muy costosa: estudios de RAND Corporation han demostrado que por cada $7.3 dólares que se invierten en organizaciones policiacas en la lucha contra las drogas se reduce la misma cantidad de cocaína que con un dólar invertido en tratamiento. Por cada $10.8 dólares destinados a seguridad fronteriza se mantiene la misma correlación. La ilegalidad infla artificialmente el precio del producto, a grado tal que la ONU estima que deberían decomisarse tres cuartas partes de toda la producción global de drogas para alcanzar un impacto significativo sobre las ganancias de los cárteles. Se estima que sólo un 40% de la producción total de cocaína es decomisada cada año. El modelo de erradicación ha tenido éxito en ciertos países pero a expensas de otros. En Colombia los suelos dedicados a la siembra de coca han caído en un 60%, en ese mismo periodo la producción se desplazó a Bolivia y Perú, aumentando en un 42 y un 55% respectivamente. Pero además, al igual que los decomisos, las cifras de erradicación resultan muy engañosas. La falta de tierras para cultivo ha sido compensada con avances en la productividad, prueba de ello es que Naciones Unidas ha estimado que la producción global de cocaína ha aumentado 10% con respecto a 2005. El narcotráfico a diferencia del modelo de la prohibición, es un sector muy pujante en lo que respecta a la innovación. Por ello la producción de tachas ha aumentado en México a pesar de que las autoridades trataron de cortar su suministro de insumos prohibiendo la importación de MDMA de Asia. Los cárteles han encontrado la forma de producir estos insumos a escala nacional utilizando químicos relacionados con la perfumería. Las palabras de O´Rourke no pueden ser más ciertas. La prohibición se relaciona más con la idolatría al poder, el dogmatismo y la ignorancia que con las sustancias prohibidas que aspira ilusoriamente erradicar.
Para aunar más: California por la legalización
viernes, 18 de junio de 2010
Decir que estos hombres pagaron sus chelines para ver a 22 hombres patear una pelota es lo mismo que decir que un violín es sólo madera y tripas de gato o que Hamlet es sólo papel y tinta (JB Priestly, The Good Companions, 1928). Ayer algo catártico ocurrió. Por un día los mexicanos, divididos por lacerantes y muy reales desigualdades, comulgamos en una misma dirección. La gente salió a las calles y logró lo que la PFP y las Fuerzas Armadas no habían logrado, quitarle las plazas a los narcos y reclamar el espacio público que nos pertenece por derecho propio. Por ello la frase de Prestley, novelista y dramaturgo británico, no podría ser más cierta. El fútbol no resolverá la abrumante cantidad de problemas que encaramos como nación. Pero ayer demostró que su fuerza es tan súbita y tan masiva que por unas horas recuperamos nuestro país y nos recordó del potencial que existe entre nuestra población más allá de lo deportivo. Y para cualquiera que no entienda aquella grandeza tampoco podrá comprender que Hamlet es mucho más que papel y tinta.
jueves, 17 de junio de 2010
El bloqueo en Gaza [II]
El bloqueo sobre Gaza buscaba llevar a su gobierno democráticamente electo al punto del quebranto. Esto no ocurrió. Para 2003 el PIB per cápita de Gaza era de $1,500 dólares, el mismo que de Mozambique y por debajo de Ruanda. Para ese momento un tercio de todo el empleo de su población se desarrollaba en Israel. Para 2007, año de la instauración del nefasto bloqueo, la pobreza extrema aumentó en un 80%. Esto creó un caldo de cultivo para un régimen autoritario y dogmático. Tras el bloqueo las cúpulas dirigentes de Hamas se abocaron a la tarea de instaurar una economía informal fundamentada en el contrabando subterráneo entre Gaza y Egipto. En 2005 Estados Unidos auspició un programa de exportaciones entre Gaza, Cisjordania (aún bajo el mando de la OLP) y Egipto, vía el acceso de Rafah. El convenio nunca se aplicó y Gaza sacaba sólo el 8% de las exportaciones pactadas. La economía de resistencia (como la llama Hamas) ha suplido esa carencia con creces. Esto ha detonado un auge en el sector de la construcción, varios productos básicos de consumo están más baratos en Gaza que en Cisjordania. Todo este comercio, subterráneo en todos los sentidos, es controlado por Hamas. El bloqueo le ha permitido a este movimiento islámico dotarse de una enorme legitimidad y le ha permitido su principal fuente de abastecimiento financiero. Se estima que este contrabando de esta masiva economía informal (otra similitud con el caso cubano) le otorga a Hamas $500 mil millones de dólares al año. La amenaza israelí ha fortalecido el autoritarismo en Gaza. La pena de muerte se ha reinstaurado y los movimientos disidentes a Hamas son perseguidos sistemáticamente. La negación al libre tráfico de los factores de producción –incluyendo el empleo- ha creado las condiciones más propicias para la instauración de un modelo autoritario y teocrático en este reducido territorio. La cerrazón, al igual que en la ya mencionada isla del Caribe, debilita a la disidencia y condena sus posibilidades de crecimiento. Israel con su bloqueo ha fortalecido a Hamas y ha dificultado aún más la posibilidad de la instauración de un estado soberano para los palestinos. Y para agravar más la situación ha puesto en mayor peligro su existencia en una región que le es hostil y que es una de las más inestables del mundo. La implicación de sus acciones va mucho más allá de sus fronteras, debilita a las ramas más moderadas del islam en la región, fortalece a sus enemigos como Irán y Hezbollah en Líbano y condena a buena parte de las mujeres musulmanas a mayor exclusión social, política y económica. El bloqueo sobre Gaza debe acabarse. El incidente de la flotilla fue sólo una implicación de sus bastas y muy nefastas consecuencias.
miércoles, 16 de junio de 2010
El bloqueo en Gaza [I]
En su libro Middle East Illusions, el lingüista convertido en analista del MIT Noam Chomsky afirmaba que los bloqueos económicos (en su forma más moderna) era un arma contraproducente utilizada por las potencias occidentales. Y la premisa del rebelde sin pausa se sustentaba en una lucidez casi inagotable: argumentaba que los bloqueos empobrecían a las poblaciones de países oprimidos, fortaleciendo a la cúpula dictatorial y dándole una fuente muy sólida de legitimidad. Los ejemplos históricos abundan: el bloqueo sobre Cuba ha perpetuado a los Castro en el poder, permitiéndoles desviar toda su ineficacia, autoritarismo y corrupción de su economía totalmente estatizada (entre el 75% y el 90% de su Población Económicamente Activa –PEA- trabaja para el Estado) hacia el bloqueo impuesto por Estados Unidos en octubre de 1960. Los resultados están ahí y hasta un ciego podría verlos: migración masiva, un mercado negro rapante, una nación en bancarrota (35% de la economía desapareció entre 1983 y 1993 tras la pérdida de los subsidios soviéticos) que vive en una suerte de apartheid igualitario en la que los turistas reciben un trato preferente sobre los locales y 51 años de dictadura. El también llamado embargo ha sido el principal sustento discursivo de la dictadura en la isla caribeña, convirtiéndose en uno de los factores predominantes de cohesión social entorno al régimen. Además de anacrónico, el bloqueo ha dado resultados diametralmente opuestos a los planteados por Estados Unidos. Algo similar y a la vez muy diferente está ocurriendo en Gaza. En 2006 los casi millón y medio habitantes de Gaza, en un ejercicio puramente democrático, eligieron a Hamas como su partido gobernante. Hamas es un movimiento político- religioso que se niega a reconocer al Estado Judío en tierra santa musulmana. Sus fines políticos se entrelazan con sus brazos armados clandestinos. Como respuesta el gobierno de Israel y, riesgosamente, el de Egipto impusieron un bloqueo sobre la pauperizada zona cuya extensión es de apenas cuarenta por diez kilómetros en 2007. El objetivo primordial era debilitar al joven gobierno palestino pauperizando a su ya muy castigada población (en 2009 el desempleo rapante del diminuto territorio ubicó a Gaza en el lugar 188 de un total de 200 países, con tasa de desempleo de 49%; 8 de cada 10 habitantes de Gaza depende de ayuda internacional para su supervivencia). El resultado, como con Cuba, ha sido uno muy distinto. La reciente reacción desmedida de Israel ante una flotilla humanitaria dirigida a Gaza ha detonado un debate sobre el fracaso del bloqueo y de la actitud de Israel ante su sinuoso conflicto con los palestinos. Pero primero debemos explicar mejor cuál es la situación de la elección de Hamas en Gaza y sus implicaciones geopolíticas.
Parece que la decisión de elegir a este movimiento islamista fue fundada en la necesidad de sacar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y su brazo político Fatah del poder, que tras varios años gobernando se habían convertido en una elite política profundamente corrupta. Pero occidente no entendió eso. Temiendo una obvia radicalización antisemita de los nuevos gobernantes palestinos, las potencias de Europa y Estados Unidos no tardaron en imponer embargos comerciales y de ayuda humanitaria, lo que pauperiza aún más al pueblo palestino y lo orilla cada vez más a apegarse al islam más fundamentalista. Una encuesta aplicada en Gaza en 2007 demostró que la percepción mayoritaria creía que era viable llegar a una resolución pacífica del conflicto (ésta aumentó de 34% en junio de 2006 a 44.9% para marzo de ese año). Vale la pena mencionar que la OLP encabezada por Yasser Arafat, renunció a la vía armada hasta 1988, cuando se ofreció a reconocer la existencia de Israel tras varias décadas de enfrentamiento inútil. La elección de Hamas no fue un movimiento colectivo hacia la radicalización, se fundamentó en el hartazgo por una elite política corrupta pero que estaba a favor de los Estados Unidos y a aceptar la existencia de una nación judía en Medio Oriente. He aquí todo un dilema para la política democrática liberal predicada por occidente: Hamas fue electo democráticamente en las urnas, ha ofrecido un alto al fuego a condición de que Israel vuelva a sus fronteras originales pero jamás ha ofrecido reconocerlo. ¿En qué medida el mundo debe respetar aquella elección que fue democrática pero que a su vez llevó a un movimiento radical que no está dispuesto a reconocer a Israel? Castigar a los palestinos por posicionarlos en el poder definitivamente no es la respuesta, en especial si eligieron por medio de un proceso democrático, lo que resulta todo un acontecimiento en el mundo musulmán de hoy. El hecho es que con su elección, Hamas se ha unido a Hezbollah y a Irán en la lista de actores influyentes que buscan la destrucción de Israel. Esto complica aún más la situación y limita a las partes a optar por las acciones bélicas sobre las políticas.
martes, 8 de junio de 2010
El ruidoso silencio de nuestra mirada
¿Qué pasaría si el amor verdadero existiese? Es una premisa tanto esperanzadora como aterradora. La idea de que otra persona pueda entregarse a nosotros sin reserva alguna es sin lugar a duda reconfortante (con un amor genuino, blindado contra el desgate de la cotidianidad y la corrosión inevitable del tiempo), pero las posibilidades de pérdida o de consumación incompleta resultan demasiado escalofriantes para afrontar. Ante este océano de humanidad y de culto a lo inmediato, la existencia de un amor único y verdadero para cada uno de nosotros cae en esta dualidad tan extrema y tan peligrosa. Pocas obras logran plasmar esto con maestría, sin caer en aquellos extremismos que idealizan o condenan el amor. El Secreto de sus Ojos logra todo eso y más, para presentarnos una combinación de pérdida personal, venganza y amor, enmarcada en un contexto de quebranto político y social que rivaliza fácilmente con La Insoportable Levedad del Ser de Milan Kundera. Al igual que el clásico del exiliado autor checo, El Secreto de sus Ojos es una historia de seres humanos comunes que tratan de encontrar el amor (o afrontar su pérdida) en un entorno de crisis y quebranto. Pero esta no es la Primavera de Praga, es la Argentina de la primera mitad de la década de los 70, aquella que se enfilaba inevitablemente hacia el abismo de la dictadura militar (instaurada el 24 de marzo de 1976). Los protagonistas de este film, que mezcla la novela negra con el thriller hollywoodense, la comedia con el drama político y una infinidad de elementos más con excelsa maestría, son: Benjamín Espósito (interpretado poderosamente por el consagrado Ricardo Darín de Nueve Reinas y El hijo de la Novia) un detective retirado de una Corte porteña, atrapado por una añoranza del pasado que no lo deja ir; Irene Menéndez (Soledad Villamil) una bella y refinada juez proveniente de la clase alta bonaerense; Pablo Sandoval (Guillermo Francella) burócrata y borracho, único amigo de Espósito y uno de los personajes más memorables de la película; y Morales (Pablo Rago) un joven enviudado que en vez de buscar una muy justificada venganza es movido por un afán inamovible de justicia. Todos estos personajes contribuyen con sus intrincadas relaciones para crear una realización poderosa, tan llena de ilusión como de desesperanza, de la fantasía más alucinante con la realidad más cruda. El sustento de la película es la obsesión del detective por dos hermosas mujeres: su jefa Irene y una joven asesinada y violada brutalmente. En una de las secuencias mejor realizadas de la película Espósito se dirige a la escena del crimen quejándose contra su indebida asignación al caso, cuando de pronto el plano secuencia finaliza en un rotundo silencio en el momento que el protagonista se topa el cadáver de la chica. Su mirada de repudio y tristeza se mezclan con una de profunda sorpresa para demostrarnos que Darín es uno de los actores más talentosos de toda nuestra región. Desde ahí el director deja algo claro: el detective no podrá sacar a esa mujer de su psique como tampoco puede con Irene. El Secreto de sus Ojos está repleto de miradas que dicen más que todas las palabras jamás escritas. El repudio, la desilusión, el enamoramiento envenenado por la peor locura son todos diálogos en silencio que los personajes sostienen con sus miradas. El momento más magistral se da en el estadio de Banfield el Florencio Sola, donde el director Juan José Campanella filma en una toma aérea a los casi 40 mil espectadores que rugen a la cancha, seguido de un plano secuencia en el abarrotado inmueble que nos recuerda el placer de apreciar el cine. Este clásico, al igual que con There will be blood, es un océano de matices de los cuales el espectador puede armar su propio collage y hacerlo suyo. Es una película humana y, como nosotros, contradictoria. La esperanza más desbordada choca con la frustración más profunda, los momentos de euforia en la vida de los personajes se ven embestidos por sus dramas personales. Pero a pesar de estas colisiones nunca permite que el delirio y la decadencia se impongan a la esperanza.
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jueves, 27 de mayo de 2010
Contra la 1070 ...y contra México
La ley antiinmigrante de Arizona (la demasiado renombrada 1070) ha desatado un encarnado enfrentamiento político. Como argumentaré en el siguiente artículo una legislación como ésta atenta contra la realidad demográfica, migratoria, económica y social de los Estados Unidos; pero esto puede también ser una importante oportunidad para llevar a cabo un muy necesitado ejercicio de autocrítica en México.
En nuestro mundo nómada Estados Unidos es uno de los principales protagonistas. Se estima que entre 2000 y 2006 la primera potencia global recibió 500,000 inmigrantes ilegales al año, principalmente provenientes de México y Centroamérica. Estos migrantes poco calificados toman empleos en los que la población nativa no está dispuesta a trabajar. Y EEUU es sólo un reflejo exacerbado de un fenómeno global. En 2008 un total de 200 millones de seres humanos, el 3% de la población global eran inmigrantes. La ONU estima que sus números se duplicaron con creces en los últimos 40 años. Y esto ha beneficiado a todas las partes involucradas, incluido Estados Unidos. En los últimos 20 años el crecimiento de las naciones miembros de la OCDE se dio a la par de un crecimiento de la cantidad de migrantes ilegales ingresando a estos países. La Ley 1070 ignora todos estos hechos. La gobernadora de Arizona Jan Brewer publicó una carta justificando la ley bajo el argumento de la escalada de la violencia en su estado, relacionando a la migración con dos actividades ilícitas (muchas veces afines): el narcotráfico y la trata de personas. En la carta la gobernadora condena el boicot y argumenta que: “En el 2009, Phoenix tuvo 316 casos de secuestros, convirtiendo la ciudad en la capital de secuestro de nuestra nación. Casi todas las personas secuestradas eran inmigrantes ilegales o estaban vinculadas con el narcotráfico”. Este argumento, como demuestran las cifras anteriormente citadas, es reduccionista e innegablemente defiende una agenda meramente política. Entre el 10 y el 15% de la población empleada gringa nació afuera del país. The Pew Hispanic Center declaró que en EEUU hay más de 45 millones de latinos, representando el 15% del total nacional y de acuerdo al Hispanic Association on Corporate Responsibility cuenta con un poder adquisitivo de $850 mil millones dólares. Y este peso demográfico / laboral no es proveniente de actividades ilícitas como quiere argumentar la gobernadora Brewer. Para 2008 había 32 millones de hispanos mayores de 16 años de los cuales el 69% eran parte de la economía formal. La inmensa mayoría de los latinos en EEUU son personas trabajadoras y decentes que están enriqueciendo cultural y económicamente a la primera potencia mundial. La inseguridad no es un problema grave en Arizona y no está creciendo, está disminuyendo. El 2006, 2007 y 2008 fueron los años con menor tasa de crímenes violentos desde 1983. La tasa de este tipo de criminalidad cayó de 577.9 por cada 100 mil habitantes en 1998 a 447 por cada 100 mil en 2008. Los argumentos de Brewer son infundamentados. Además están agregando un bono demográfico que ha ayudado a Estados Unidos a evadir el problema de envejecimiento colectivo al que se enfrenta la Unión Europea. Casi una tercera parte del crecimiento poblacional de Estados Unidos (de 2.1 hijos por mujer, el tan ambicionado reemplazo generacional) se debe a la migración. Para mediados de siglo 86% del crecimiento poblacional gringo estará directamente vinculado con la migración. Sin importar la etnia, los inmigrantes ilegales que han entrado y entrarán han puesto las bases para tener una población joven y trabajadora, que ayudará a que los actuales defensores de la Ley 1070 gocen de pensiones y prestaciones sustentables una vez que se retiren. Para el periodo entre 2030 y 2050 los hispanos representarán el 60% del crecimiento poblacional y para la quinta década del siglo XXI serán la primera minoría en EEUU. Para citar al comediante liberal Bill Maher los defensores de esta medida son “abusadores” que no realizan que “la gente café se reproducirá hasta llegar al poder”. Una ley como la 1070 es anacrónica y delirante. Irónicamente los estados con mayor población hispana son Arizona (44%), Texas y California (ambas con 36%). Una encuesta realizada en Mayo por el Pew Research Center demostró una tasa de aprobación del 73% (con un 62% de aprobación a las detenciones arbitrarias, tendencia muy autoritaria que les ha encantado a los gringos desde el 11 de septiembre) lo que demuestra un apoyo de la comunidad latina. Pero eso no dota a la 1070 de sensatez o coherencia.
…Y la autocrítica
En México ingresan aproximadamente para llegar a EEUU 200 mil migrantes ilegales al año, la mayoría de Centroamérica. Los abusos de nuestras autoridades son comunes, como las violaciones a mujeres y el robo de sus pertenencias. En este sentido las palabras del director del gran documental De Nadie resultan preocupantemente ciertas: “Sólo para entrar a México, muchos de los migrantes sufren robos y abuso sexual. Ellos ya saben que se arriesgan a eso, pero lo hacen por la pobreza en la que se encuentran. Lo que no imaginan es todo lo que falta después de entrar a México". De acuerdo a Amnistía Internacional 6 de cada 10 mujeres y niñas migrantes sufren violencia sexual por parte de delincuentes (en especial las maras) autoridades y traficantes de personas. Urge instaurar sistemas para que los migrantes puedan canalizar las violaciones a sus derechos fundamentales, recuperar el espacio público de las garras de la delincuencia organizada y reformar para tener un sistema policiaco operante y digno. La Ley 1070 atenta contra la ética. Pero la situación en nuestro país nos resta credibilidad para abogar por nuestros migrantes.
La migración como fenómeno global:
La negación de nuestro mundo nómada: la migración
viernes, 21 de mayo de 2010
Vida 2.0
Hagámonos unas preguntas cuyas implicaciones van más allá de la montaña más alta o del abismo más profundo: ¿Qué es Dios en su sentido más amplio? ¿En qué coinciden todas y cada una de las religiones del planeta sobre las deidades que veneran? La respuesta a esos cuestionamientos es que Dios es una fuerza razonante que creó la vida. Ayer, el 20 de mayo de 2010, se reveló en la gaceta científica Nature que el hombre ha creado un ser vivo de cero. Los biólogos Hamilton Smith y Craig Venter han creado una bacteria con un genoma artificial, el primer ser vivo en habitar este planeta sin ningún ancestro. Un sintetizador químico logró unir citosina, guanina y timina (todos ácidos nucleicos) para crear una bacteria que se reproduce y sintetiza proteínas. Otra cosa que resulta anonadante de esta noticia es que la llamada Mycoplasma mycoides no es un producto de la intervención humana únicamente. Es también creación de una computadora. Venter declaró que es la primera especie en tener “la información de un sitio web en su genoma”. Pero en la apasionada búsqueda que me generó la revelación de esta noticia me encontré con una afirmación muy interesante del Ingeniero Biológico de la Universidad de Stanford, Drew Endy: para él esto no debe entenderse como un génesis (la creación de la existencia bajo la óptica bíblica) sino como una poesis (el concepto helénico de la creación proveniente del hombre). Un avance cómo este es de una envergadura tal que el entusiasmo o la condena más exacerbada no bastan para encararlo. La creación de la Mycoplasma mycoides plantea el inicio de una nueva era de progreso tecnológico, también nos enfrenta a grandes amenazas y retos. Con este logro no es distante un campo de la ciencia que pueda fabricar seres vivos con base a nuestras necesidades sociales, como la creación de variedades de cosechas cuya demanda biológica de agua sea disminuida, lo que resultaría de enorme ayuda ante la presión del crecimiento demográfico y el cambio climático hacia 2050 (ver artículo). Pero los escenarios funestos también son posibles. La propagación de la tecnología llevará estos avances en versión exponencializada a todos los rincones de nuestro planeta. Con ello resulta viable que redes terroristas, dogmáticos religiosos o regímenes autoritarios puedan crear patógenos únicos, con capacidad autónoma de reproducción. El clásico enfrentamiento entre la liberalización y la regulación están presentes. Y la segunda deberá reforzarse. Pero la liberalización y propagación de las tecnologías digitales nos dan importantes respuestas ante los cuestionamientos que surgen a raíz de este avance. Con la adopción global de las computadoras los hackers aparecieron como una pandemia incurable. Algunos de ellos, los blackhat, utilizaban su conocimiento para hacer daño a terceros. Sin embargo también aparecieron los whitehat que alertaban de vulnerabilidades y surgió un robusto sector de seguridad informática con el que todos estamos familiarizados hoy en día. Este avance generó riesgos pero la propagación ayudó a que gente con buenas intenciones pudiese ayudar. Es cuestión de tener fe en la virtud humana. A más personas sepan de este avance y se propague, mayor será el riesgo de que se use para fines funestos, pero también generarán un frente (esperemos mayoritario) que la utilizará con buenas intenciones. También existe el riesgo que un ser vivo artificial sea liberado y afecte a ecosistemas enteros. En este sentido varias posibilidades de control están en debate: se pueden crear genomas con genes suicidas, crear secuencias de ADN inexistentes en la naturaleza o volverlas vulnerables a células fabricadas en laboratorios. A esto se suma que los seres vivos sintéticos están en desventaja de sus contrapartes naturales que se han fortalecido a los largo de millones de años con la adaptación evolutiva. Sin embargo no hay que perder de vista que las amenazas palidecen ante las posibilidades. Desde ahora será viable crear células con genomas programados para capturar CO2, utilizarlos en la fabricación de fármacos o para generar energía. Las pandemias que presentan altos índices de mutabilidad podrían combatirse con esta nueva técnica, y al fin podríamos alcanzar una vacuna para el VIH-SIDA. Por el lado espiritual, la primera institución religiosa en pronunciarse sobre el avance fue la Iglesia Escocesa. Tras analizar el tema han declarado que los beneficios potenciales son enormes y representarían un enorme beneficio para nuestro bienestar colectivo. Sólo advierten que debe regularse para garantizar ciertos estándares éticos. Lo que es cierto es que la Mycoplasma mycoides representa un gran logro. Y como dijo alguna vez la filósofa norteamericana Mary Daly “el potencial creativo de los seres humanos es la imagen de Dios”.
Ciencias genómicas: el futuro
miércoles, 19 de mayo de 2010
La muralla de la clase política mexicana
El concepto de gobernanza es uno nuevo en el ideario colectivo de la política. Significa la la suma de las múltiples maneras como los ciudadanos y las instituciones, públicas y privadas, encaran problemáticas comunes. Bajo este modelo lo público deja de ser un monopolio de la clase política para convertirse en un campo incluyente, en el que todos los agentes inciden en lo que afecta a la totalidad del colectivo. En México lamentablemente estamos muy carentes en este aspecto. En lo que respecta a la representatividad legislativa los partidos ejercen un control monopólico, aplicando rígidas prácticas de control sobre sus legisladores que los distancian de sus representados y sus necesidades reales. La falta de reelección, rendición de cuentas, la votación “en bloque” son algunos ejemplos. Mientras tanto la sociedad mexicana se ha encauzado en un proceso de democratización pujante y ahora ha rebasado con creces a los políticos que en algún momento encabezaron la transición del modelo de partido único. El problema es que esto trae consigo a una élite política aislada y delirante que habita una suerte de feudo amurallado que los desapega absolutamente de la realidad. La falta de una reforma fiscal coherente, la ineptitud para aprobar una muy necesitada reforma de seguridad o el nuevo marco regulatorio inoperante de Petróleos Mexicanos demuestran este argumento. Las ideologías, adaptadas a conveniencia de los intereses particulares de diferentes grupos públicos y privados, permean el debate colectivo y lo limitan enormemente. Y esta situación se agrava mucho más cuando consideramos la complejidad de los grandes temas a encararse hacia mediados de este siglo: la transición energética, la pérdida del bono demográfico, la competitividad global o el cambio climático. El PRI, el PAN y el PRD no cuentan con el conocimiento y la información requerida para hacer frente a estas problemáticas que les rebasan con creces. Su dogmatismo ideológico, que siempre ampara pragmáticamente a diferentes entes monopólicos, los ha convertido más en un lastre que una fuente de pactos y soluciones viables. El ámbito político debe abrirse del control monopólico, mientras esto no ocurra la apertura en el sector educativo, televisivo, energético y de telecomunicaciones se vislumbra muy distante. Los debates en torno a la ahora carente reforma energética en 2008 se han convertido en un ícono de la pésima calidad del diálogo en nuestro país. Aún recuerdo como Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer se pavonearon en el evento como la celebridad más vulgar en una alfombra roja. El líder del sindicato petrolero Carlos Romero Deschamps brilló por su ausencia. Mientras tanto expertos energéticos como David Shields no recibieron atención alguna de los medios, palidecidos ante la gigantesca sombra mediática de la comentocracia (todos humanistas sin rigor técnico alguno). Ahora el debate energético se hará a un lado para dar paso a la negación de la inmediatez: la recuperación económica actual y el alza de los precios del barril bloquearán la posibilidad de debatir y encarar los grandes problemas nacionales. Pero esta negación tiene una explicación más profunda que le escapa a la coyuntura: una clase política sin verdadera rendición de cuentas puede ampararse en la relativa situación de apogeo para no enfrentar nuestros profundos problemas como nación. Nuestro sistema petrolero ampara un sistema fiscal ineficaz e insostenible, esto a su vez se traduce en un sistema de subsidios que beneficia a las fracciones más acaudaladas de la población y que mantiene el poder monopólico en una infinidad de bastiones nuestra economía y sociedad. Los ciudadanos estamos bloqueados para hacer llegar nuestras exigencias y mientras esta situación perdure nuestro país no mejorará. Debemos pugnar por una democracia moderna, fundamentada en una gobernanza incluyente que nos acerque al pragmatismo y nos aleje de la demagogia. Eso implica que lo público no se monopolice. Y para ello la muralla de la clase política mexicana debe ser derribada.
jueves, 13 de mayo de 2010
Contra la supervía
Estás caminando por la Ciudad de México. El año es 2025. Nuestra capital está oscurecida por la proliferación de unos gigantes de asfalto, el cielo se ha convertido en un privilegio de una minoría. La ciudadanía ha perdido la batalla contra el automóvil. Sigues caminando y comienzas a recordar cómo pasó, cómo deshumanizamos nuestra metrópoli y cómo todo empezó. De pronto recuerdas al líder político que inició esta ruta hacia la catástrofe: Andrés Manuel López Obrador. Con afán enfermizo de llegar a la Presidencia de la República, el Jefe de Gobierno construyó un distribuidor vial en Periférico entre el 2000 y el 2006, sin considerar la viabilidad o sustentabilidad de la obra. El primer tumor maligno estaba en su sitio y pronto se propagó como un cáncer imparable. No importó que sólo el 33% de todos los viajes que se hacían en ese momento en el DF fuesen en automóviles particulares o que el 20% de la población con mayores ingresos fuera propietaria del 50% del parque vehicular privado de la ciudad. La minoría se había impuesto y ahora nuestra ciudad es un ghetto gigante donde el sol brilla por pequeñas aberturas. Estas palabras, escritas en la retórica de Aura de Carlos Fuentes, deben servirnos de advertencia. El proyecto de la supervía impuesto por el actual gobierno capitalino resulta una enorme amenaza para el futuro desarrollo urbano de nuestra ciudad. Los segundos pisos se están convirtiendo en un capricho de la clase política defeña, en un medio para alcanzar la Presidencia de la República desde la única latitud política viable para el Partido de la Revolución Democrática (PRD). El proyecto plantea que este nuevo distribuidor se edifique en las delegaciones de Álvaro Obregón y Magdalena Contreras; de acuerdo a expertos ambientales de la UNAM su construcción afectará profundamente la capacidad de captación del agua del subsuelo del DF. Zonas de importancia ecológica como el Tarango (protegida por la ley) y el Parque La Loma serían afectadas por el proyecto. El gobierno capitalino se ha negado a llevar a cabo un estudio sobre el impacto ambiental de la obra. Es una medida que además atenta contra los fundamentos más básicos de un gobierno de izquierda. Su función principal es desahogar la zona de Santa Fe cuyos habitantes pagan 2 mil dólares el metro cuadrado y los prediales más caros de la ciudad para vivir ahí. Se estima que la supervía será utilizada diariamente por unos 35 mil usuarios, sin embargo en este distrito financiero transitan unas 250 mil personas al día. No sólo las cifras no justifican el principal objetivo de este nuevo distribuidor, además es una medida que beneficiaría a sólo un sector muy reducido de la población capitalina. El segundo piso de obrador lo demuestra: por más impactante que sea, medidas como ésta no logran corregir los problemas de tránsito vehicular y pauperizan enormemente la calidad de vida y el paisaje urbano de la ciudad. El secretario de Obras y Servicios del GDF, Fernando Aboitiz ha afirmado que la obra generará una derrama económica equivalente a 30 mil millones de pesos. El problema es que no todo es dinero. La calidad de vida de esta gran ciudad es muy pobre y no hay cantidades monetarias que justifiquen esto. Para aunar a este argumento las arterias viales congestionadas se han convertido en un accidentado ícono del aislacionismo y la inseguridad de nuestra violenta metrópoli. Faltan espacios de encuentro y de ocio, la ciclo pista es otra infamia producto de la errada administración obradorista y las medidas sustentables como el metrobus no dejan de chocar y palidecer ante estas contradicciones. Más de una tercera parte de toda la superficie urbana de DF son vialidades para automóviles, prueba numérica de una tiranía minoritaria que debe atacarse. Si la supervía se construye aquél funesto tributo a Aura al principio de este artículo se convertirá en realidad.
Para aunar más:
Contra la tiranía del automóvil
Por un DF más humano
jueves, 6 de mayo de 2010
Deepwater Horizon y la adicción gringa al petróleo
El desastre de la plataforma petrolera Deepwater Horizon tendrá duras implicaciones para la política energética de Estados Unidos y el cambio climático en todo el planeta. El debate para alcanzar un impuesto a las emisiones de carbono se ha empantanado por dos posturas, ambas erróneas: la de algunos Republicanos que aminorizan el papel de los hidrocarburos en el cambio climático y la de agrupaciones de Demócratas que sacan de proporción la capacidad de Estados Unidos para abandonar el petróleo como su fuente de energía primordial en el futuro cercano. Los norteamericanos consumen 25% de todo el petróleo del planeta, cuando su volumen probado de yacimientos no rebasa el 3% mundial. Los yacimientos estimados en zonas alternativas cómo el ártico aumentaría esa capacidad de producción doméstica en un minúsculo 0.1%. Además del problema de la capacidad productiva existe otro muy serio de plazos de tiempo. De comenzar la explotación de yacimientos hoy, el crudo llegaría a las refinerías en un periodo aproximado de 10 años (dependiendo de las características de cada pozo). Esto genera un problema de dependencia cuyos impactos van mucho más allá del sector energético global: el apoyo a regímenes autoritarios o de Estados fallidos como Venezuela, Irán, México, Rusia o Nigeria. Este apoyo a regímenes con grandes limitantes operativas también pasa factura al medio ambiente. En Nigeria ha habido desastres petroleros en la zona del Río Níger cada año desde 1969. Y a pesar de la actual crisis los números respaldan este argumento. Entre 1980 y 1984 hubo en EEUU derrames de crudo equivalentes a 2.5 millones de galones, para el periodo 2000-2004 esa cantidad había caído a 12 mil galones. En este sentido un Estados Unidos con mayor capacidad petrolera doméstica podría ejercer un mayor control sobre los estándares de seguridad de la industria y aminorar sus impactos negativos sobre el medio ambiente. En México nuestro sistema de subsidios y nuestro distorsionado aparato fiscal (que es la raíz de nuestros problemas de exclusión, disparidad y violencia) se originan en nuestra moribunda paraestatal petrolera Pemex. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación por gasolina y diesel altos en azufre ocasiona 7 mil muertes en nuestro país al año. Los regímenes autoritarios de Irán y Rusia se sostienen gracias a la adicción gringa a su petróleo. Este consumo rapante de la primera potencia global ha influenciado profundamente el rostro de la geopolítica global. Una de las demandas de los Republicanos para alcanzar un consenso en torno al cambio climático ha sido condicionada a aumentar la explotación petrolera en las costas de EEUU (junto con la ampliación de la energía nuclear). Obama estaba al borde de promover la medida, la crisis del Deepwater Horizon la ha detenido súbitamente. Esto aleja a Estados Unidos de la independencia energética que tanto ambiciona. Una de las condicionantes de alguna posible reforma para atender las emisiones estadounidenses ha caído para priorizar la innegable contingencia. Y nos somete a muchos países del planeta a la maldición de la adicción al petróleo de EEUU.
lunes, 26 de abril de 2010
Sobrevivir a los tiempos de la Televisión
Este artículo fue parte de una colaboración para una revista electrónica [Link]
Vivimos en tiempos de banalización. Las artes y la cultura, bajo la idea de la masificación, han entrado en un proceso de devaluación del contenido. Para actuar no hay que ser actor y la música ya no es un nicho seguro de los individuos con talento inherente. Esto resulta paradójico ya que en un momento de la historia de la humanidad las artes eran un monopolio del ocio para ciertos elegidos como lo fue para la familia Medici en la Italia renacentista. Con artistas como Andy Warhol y la aparición de la cinematografía en 1895 las artes pasaron a la masificación, un efecto colateral de la igualdad predicada por los cánones del progreso. Luego se dio otro momento clave con la aparición de la televisión a finales de la década de los 30. Nos encaminábamos en una línea recta al abismo de los contenidos lumpen, el culto a las celebridades, la imposición del amarillismo periodístico y la degradación del debate colectivo en torno a las problemáticas comunes. Con la televisión las artes visuales podían llegar a la intimidad de los hogares, rompiendo una barrera de privacidad antes imbatible. Nació lo que Mario Vargas Llosa llama la civilización del espectáculo (Letras Libres, febrero de 2009). Para el autor peruano este nuevo entorno se basa en realzar el hedonismo y rehuirle a cualquier situación o temática que contradiga este ideal. Para ello el entretenimiento se emparentó inevitablemente con la publicidad para crear un peligroso binomio. En México la cuestión se agrava más ante el ámbito duopólico de las televisoras, con Televisa llevándose la amplia mayoría, 72.3% de la audiencia mexicana en 2008 (¿monopolio?). Esta situación aunada al lumpenaje de los contenidos mediáticos genera una tormenta perfecta para la televisión en México: con la falta de competencia real la mejora de los contenidos se ha convertido en una llamada a misa. De ahí sale la adopción más burda de programas foráneos como el infame Big Brother o la infinita repetición de las mismas fórmulas temáticas para presentar año con año las mismas telenovelas con diferentes títulos. La subversión, la originalidad y el libre pensamiento están en un segundo plano muy rezagado ¿Cómo sobrevivir, mental y espiritualmente, a los tiempos de la televisión en un país como México? La solución recae en la raíz de la problemática: la democratización masiva de las artes y el entretenimiento. Mientras que en nuestro país se privilegia la corporación monopólica esta revolución ha traído consigo un empoderamiento nunca antes conocido en la exposición y participación mediática de los individuos, sobre todo vía internet. Los blogs, los videos personalizados y las redes sociales son sólo algunos ejemplos de una gama prácticamente infinita de posibilidades. Con estas herramientas es posible hacer propia la causa de luchar contra esta inercia arrolladora hacia la banalización. Permite generar espacios alternativos de encuentro, presentar disyuntivas a los discursos dominantes y compartir contenidos que nos estarían negados en otros tiempos o situaciones. Para ello se requiere replantear nuestro papel como ciudadanía, dejando atrás el culto a la corporación que nos aqueja y responsabilizarnos individualmente con nuestros retos colectivos. Aunque estos cambios se vislumbren distantes los medios ya están ahí. Y no podemos menospreciar estas herramientas que nos permitirán sobrevivir a los tiempos de la televisión.
jueves, 22 de abril de 2010
Cambios
Nuestra clase política brilla por su ineptitud. El dogmatismo, la corrupción y el nacionalismo más cínico son sólo algunas palabras que describen a las altas esferas de nuestros partidos, que parecen testigos mudos a un país asediado por la violencia, los monopolios y la desigualdad. Uno de los principales problemas es que la clase política ejerce un control monopólico sobre su propio ámbito y lo ha manifestado rechazando las candidaturas ciudadanas independientes. Por ello no trastocan los intereses monopólicos ya que ello requeriría de un ejercicio de autocrítica que no están dispuestos a ejercer (además de la obviedad de que cada agrupación política está coludida con algún monopolio ya sea público o privado, sin excepción alguna). Ante esta situación a veces me resulta sorprendente conocer a personas lo suficientemente ilusas y dogmáticas para creer que la soluciones saldrán de la cantera política, en forma de caciques que evocan a nuestra naturaleza autoritaria y corporativista. Mientras tanto el país se rezaga y la mayoría parece estar cegada de las soluciones reales que mejorarían la situación al largo plazo. Para los que tengan afán reproductivo (cuentan con toda mi admiración…) parece no preocuparles el país que le heredaremos a las generaciones venideras, para cuando nos recuerden como aquellos imbéciles delirantes que les impusieron una tiranía transgeneracional. Esta desvinculación absoluta también se basa en nuestra falta total de concepto de ciudadanía: no somos mexicanos somos estratos (“naco” o “la gente”, “gente bien” o “güero”, los hay para todos los niveles de negación y delirio) o miembros adscritos a alguna corporación (electricista, petrolero, maestro, burócrata, empresario). Con estas concepciones no nos damos cuenta del destino común que compartimos y negamos las similitudes que abruman a las diferencias. El panorama es desalentador: la pérdida de capital humano por la migración es incalculable, expulsando a los mexicanos jóvenes que deberían ayudar al país a salir adelante; estamos dilapidando nuestro capital ambiental (ya hemos perdido el 95% de los bosques tropicales y ni siquiera hemos llevado a cabo un censo de nuestros acuíferos); la economía no es libre y está restringida a los intereses de un sector paraestatal del viejo régimen y un empresariado autoritario; las izquierdas y las derechas son nacionalistas e inoperantes; no nos estamos preparando para una inminente revolución energética y los que predican que el petróleo es nuestra identidad nacional mienten rozando en lo criminal; los únicos sectores que ofrecen sobresalir son la economía informal, la delincuencia organizada y el narcotráfico. Esta lista podría continuar. Y estas palabras desesperadas son para proponer un muy necesitado cambio: debemos quitarnos de encima la pesada carga del nacionalismo y el paternalismo, tener una conciencia ciudadana liberal que priorice el individuo sobre la corporación, ha llegado la hora de entender que lo público no es monopolio de la clase política y si queremos acabar con otros entes similares éste debe ser el primero en ser sometido a un proceso de apertura. Las soluciones globales a problemas nacionales no saldrán de caciques o del manejo unilateral de la agenda, lo harán del amplio debate y de la cogobernanza de representantes y representados. De no lograr estos cambios el futuro de México se vislumbra muy sombrío. Y lo que resulta más deprimente es que la factura se la pasaremos a los mexicanos que aún no están aquí.
lunes, 19 de abril de 2010
24 horas para explicar el odio de la exclusión en Francia
Liberté, égalité, fraternité… los tres pilares ideológicos de una de las revoluciones que más impactarían la historia europea y la de todo occidente. El problema es que en la Francia de finales del XX estos tres ideales se quedaron en el mundo de lo intangible para no plasmarse en una sociedad asediada por la disparidad, la exclusión y la xenofobia. De eso trata la película La Haine(El Odio) dirigida por Mathieu Kassovitz, una de las realizaciones más representativas del género de películas banlieue, los barrios marginales en los suburbios de las grandes ciudades galas. La historia comienza en la mañana tras un disturbio en el cuartel de policía local detonado por la detención de un joven árabe de la comunidad. Los protagonistas son tres amigos de distintos orígenes étnicos que están unidos por su odio a la autoridad: Vinz (interpretado poderosamente por Vincent Cassel), un resentido e impulsivo chico judío, Sayid (Said Taghmaoui) un reflexivo joven de origen argelino y Hubert (Hubert Kounde) un idealista dealer de origen africano con aspiraciones a boxeador. Estos protagonistas representan una trinidad de las facetas humanas sacadas a flote a raíz de la exclusión: Vinz es volátil y sueña con matar a un policía, Sayid es realista y ha asumido que los cambios que mejorarían su vida y la de su gente aún se vislumbran muy distantes y Hubert es un soñador que le obsesiona la idea de escapar de su barrio y su marginalidad. A pesar de estas posturas, la sombra de la falta de un futuro desborda durante toda la realización, recordándonos además del fenómeno global de la exclusión y la disparidad urbana que no afecta sólo a los países pobres (ver artículo). Y luego están las contradicciones. La exclusión siempre trae consigo una voraz necesidad de innovación y un imparable oleaje de creatividad. La historia se desarrolla a lo largo de 24 horas en la vida de estos jóvenes, rodeados por las artes urbanas del grafiti, los B-boys y el hip hop. Kassovitz, apegándose a su herencia cinematográfica francesa, no escatima en darnos momentos de absoluta brillantez y belleza. La muerte de uno de los jóvenes del barrio se conmemora con una secuencia épica en la que los habitantes lanzan un alarido a los cielos galos apoyados por los beats unos Djs apostados en los conjuntos habitacionales. Para ello el director eleva la cámara para darnos un momento de crescendo que roba el aliento. Sin embargo estos nichos de esperanza nunca pierden de vista el tono crítico de El Odio, cuyo objetivo es demostrarnos como en la sociedad francesa la inequidad y la exclusión son problemas tan reales como lo son en México o Brasil. Además otorga una explicación prácticamente antropológica (en ficción claro está…) de los disturbios que azotaron a las metrópolis galas hace unos años. El decil más alto de la sociedad francesa concentraba el 44% del ingreso nacional en el año 2000. Y esta película nos aproxima a la infinidad de implicaciones que esa cifra puede tener sobre un segmento de la sociedad y su juventud.
miércoles, 14 de abril de 2010
Evolución y Cambio Climático
Para buena parte de la comunidad científica nos encontramos en la era del antropoceno, el momento en la historia en la que la especie humana es el factor determinante del destino de nuestro planeta y cada uno de sus ecosistemas. Por ahora el reto más grande de esta etapa de protagonismo humano es el cambio climático, generado por nuestro sistema económico y nuestra tendencia histórica a apropiar los nichos ambientales para nuestro sustento y desarrollo. Pero a pesar de que este sea el primer cambio climático global generado por nosotros la historia de la humanidad, y la de su linaje los homínidos, ha sido marcada por los cambio abruptos en el clima del planeta. El homo erectus, nuestro ancestro más inmediato, habitó el planeta por un millón y medio de años. El homo sapiens (nosotros) lleva aproximadamente 200 mil. La evolución humana ha sido moldeada por estos rompimientos repentinos, por lo que comprender sus alcances y la adaptabilidad de nuestros ancestros más duraderos podría darnos importantes respuestas sobre cómo encarar el actual calentamiento global. Los encargados del Programa del Origen del Hombre del Museo Smithsonian han externado esta preocupación y se encuentran trazando este correlación entre evolución del hombre y el clima en la tierra. Se sabe que hace 70 mil años una erupción masiva en Sumatra causó una serie de fenómenos climáticos (sequías, lluvias torrenciales) que redujeron nuestros números a entre 600 y 10 mil parejas con capacidad reproductiva. La geología de la mano de la biología evolutiva y la antropología han demostrado que estos cambios afectaron principalmente a África, Asia y Europa, las zonas colonizaron nuestros ancestros tras salir del continente primigenio. El Australopithecus afarensis (conocida bajo el mote de Lucy, uno de nuestros ancestros más lejanos) habitó los bosques de Etiopía hace 3.3 millones de años. Los cambios climáticos repentinos (que fluctuaron entre bosque y sabana) llevaron a la especie de Lucy a la extinción hace unos 900 mil años. A esta evidencia se suma que los registros geológicos demuestran que nuestra especie abandonó África hace unos dos millones y medio de años debido a una sequía masiva que forzó las migraciones hacia Asia y Europa. Una vez en Europa este estrecho vínculo entre nuestra evolución y el clima se hizo presente en la morfología de los neandertales. Éstos desarrollaron, como adaptación al frío, orificios nasales más pronunciados y sistemas respiratorios más robustos. El cambio climático no es algo nuevo para nuestra especie, ha sido un factor clave en nuestra adaptación y nuestra historia evolutiva. Muchas de las condiciones han cambiado profundamente, pero conocer estas historias nos ayudarán a comprender cómo, en condiciones de mayor vulnerabilidad, nos adaptamos y nos desarrollamos a los cambios climáticos que ya sobrevivimos. Sólo nos queda esperar que el homo sapiens pueda superar al erectus y consagrarse como el homínido que más tiempo habitó este planeta.