Hacia el 2050 habrá problemas. La población global para mediados de siglo alcanzará los 9 mil millones, cantidad que aún podría variar si los países más pobres no bajan sus tasas de natalidad. A esos 3 mil millones se les va a tener que alimentar, lo que de acuerdo al Earth Institute en la Universidad de Columbia representará la pérdida de 900 millones de hectáreas de bosques y selvas. Más de 4 mil millones de hectáreas son utilizadas en el sector agrícola en la actualidad y en la práctica sólo se cree posible ampliar 100 millones más. La mayoría de las causales de la actual crisis ambiental se relacionan directamente con el sector agrícola, los pastizales son ahora los ecosistemas predominantes del planeta, en los procesos productivos se generan gases de efecto invernadero a gran escala como el metano y el óxido nitroso, a eso se suman los impactos de transporte. El 85% del agua utilizada para nuestro consumo es destinada a la producción agrícola, lo que resulta contingente ante los cambios de precipitaciones y de patrones hidrológicos por el cambio climático. El nitrógeno liberado en los cuerpos de agua (171 millones de toneladas al año) está llevando a otro fenómeno: las zonas muertas, donde la vida compleja acuática ya no puede encontrar condiciones para su supervivencia. Como si el panorama no pudiese complicarse este también se vislumbra la sexta extinción masiva de especies, la particularidad de ésta que es que la raza humana será la causante ¿Cómo podemos alimentar a una población creciente sin llevar a más ecosistemas al colapso? La producción actual es suficiente para alimentar a los más de seis mil millones que somos en la actualidad, la problemática reside en establecer canales de accesibilidad y promuevan el desarrollo agrícola de las naciones más pobres (para ello el primer mundo debe terminar con su política de subsidios y sus otras medidas proteccionistas). La escalada de alimentos del 2008 demostró como una multiplicidad de factores pueden conjuntarse para asfixiar el mercado global de alimentos, una crisis que aún azota a los más pobres del planeta y ha demostrado la urgente necesidad de cambios de fondo en el sector. El boom de los combustibles bioenergéticos fue un importante factor de presión, destinando parte de la producción agrícola al sector energético y alejándola del consumo humano. La modificación genética resulta problemática, empresas como la Monsanto han afirmado que es posible disminuir la demanda biológica de agua vía la modificación genética. Sin embargo no se ha encontrado forma de disminuir la necesidad de agua sin mermar la producción. Todo parece indicar que hay que apostar por optimizar la productividad agraria con tecnologías existentes. Un proyecto de aldeas sustentables del Earth Institute en Kenia y Malawi ha logrado triplicar y duplicar su producción agrícola respectivamente a pesar de sequías utilizando fertilizantes comunes y aplicando subsidios para garantizar su acceso. Las granjas pequeñas y medianas son las más preferibles ya que su impacto ambiental es menor y puede garantizar la seguridad alimentaria de todas las regiones del planeta. Uno de los países productores de granos Ucrania tiene el potencial para triplicar su producción. La sustentabilidad sigue siendo un problema no resuelto, debemos aún encontrar los medios para garantizar el desarrollo de nuestras sociedades con el cuidado del ambiente. Mientras tanto se vislumbra una mitad de siglo muy problemática en el horizonte.
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