“De todas las aberraciones sexuales la castidad resulta la más extraña”- Anatole France
La batalla por los matrimonios gay y la posibilidad de adopción no ha cedido terreno. Las izquierdas y las derechas continúan en una encarnizada batalla mediática, en la que las declaraciones vuelan de un lado a otro como mísiles de artillería. En un artículo anterior expliqué que no existen pruebas científicas que validen que los hijos de los homosexuales tengan problemas emocionales o de identidad, y que por ello deben tener el derecho a adoptar. Aquél trabajo analizaba a un sector de esta épica batalla y ha llegado la hora de analizar a la institución icónica rival, la Iglesia Católica. En su última misa el Cardenal Norberto Rivera criticó al Gobierno del Distrito Federal por su adopción de políticas “foráneas” –incluyendo a la lista una surreal crítica a la promoción del uso de la bicicleta en nuestra capital-, demostrando aquél lastre nacionalista que ha nublado la visión de la derecha y de la izquierda en México (***). Pero el Cardenal no se quedó ahí. Ante sus feligreses pidió no ceder ante el “aparente triunfo del mal”. Las declaraciones del representante de la Iglesia no podrían venir en peor momento, en especial tras lo revelado por Carmen Aristegui sobre el Padre Marcial Maciel ¿Cómo puede una institución que encubre y protege a cuadros pederastas criticar los matrimonios homosexuales y condenar sin sustento su posibilidad a adoptar? Debemos recordar que el caso de Maciel no es el único escándalo de pederastia al interior del Vaticano y pueden ser señales de un problema más profundo al interior de una de las instituciones más importantes para la historia económica, política, social y mística de occidente. El celibato es un tema que ha estado bajo profundo debate al interior de la Iglesia Católica desde hace siglos y para el teólogo Hans Kung es uno de los principales detonadores de los casos de abuso sexual a menores por parte de miembros del clero. Esta forma de vida se impuso al interior de la institución como una medida para evitar que sus cuadros tuviesen la opción de heredar durante la Edad Media. El celibato con su instauración se convirtió en la medida principal para que el capital amasado por los clérigos en vida se quedara al interior de la Iglesia tras su muerte. Su vigencia ha deformado profundamente la visión de la Iglesia hacia el sexo y ha sido uno de los principales factores de rompimiento de buena parte de los feligreses con esta institución. Karol Wojtyla o Juan Pablo II fue uno de los principales defensores del celibato, lo que ha promovido una profunda distorsión de la vida sexual de los sacerdotes y ha convertido a la Iglesia en un lugar idóneo para individuos cuyas preferencias deben mantenerse ocultas. Y el argumento es sostenido por las cifras. De acuerdo a un estudio de la Universidad de John Jay hubo 4,392 sacerdotes y diáconos que enfrentaron acusaciones de abuso sexual a menores entre 1950 y 2002 en Estados Unidos. Esto representó el 4% del total del muestreo, sin embargo la cantidad no deja de ser grave. En la década de los 90 se alcanzaron los niveles más altos, aquellos de la década de los cincuenta. Sólo el 6% del total fueron procesados y de ahí 2% recibió sentencias. La Iglesia debería perseguir estas acciones garantizando castigo a todos los culpables. Pero esto es reflejo de unas contradicciones mayores. El Vaticano continúa condenando el uso del condón y otros anticonceptivos, lo que crea un desapego absoluto con la realidad de sus creyentes y la vida sexual que practican. Esto se ha sumado a un papel más activo del Opus Dei al interior de la Iglesia en años recientes, lo que ha reemplazado a los Jesuitas más liberales y ha reforzado el discurso dogmático del clero. El extremismo e inviabilidad de sus propuestas sólo han colaborado para ampliar la brecha entre creyentes y no creyentes, además que ha cerrado la institución para personas con capacidad de discernir. Y las primeras señales de esta crisis ya están ahí: en Europa la edad media de los sacerdotes es de 65 años y en Alemania mil cuatrocientos son de otros países a causa del déficit en la renovación de cuadros. Las declaraciones de Norberto son muy desafortunadas. Son muestra de una institución cuya innegable importancia histórica está palideciendo ante los dogmas de la intolerancia y el anacronismo. Y finalmente lo único que logran es fortalecer a sus opositores más radicales.
lunes, 8 de marzo de 2010
La Iglesia Católica: Celibato y Crisis
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