La globalización nos encausó en un camino sinuoso y complejo de conectividad. La liberalización legal de los mercados de bienes y de capitales se ha complementado y viabilizado por un flujo de mano obra aún ilegal. Vivimos en un mundo más interconectado, más nómada y más dinámico. Desde la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos no había recibido tanta migración como en los últimos años. España, la economía más dinámica de la Unión Europea, se ha convertido en el segundo país más receptor de migrantes; lo que colocó al tema migratorio como uno los importantes puntos de confrontación entre los candidatos del PSOE y del PP en las pasadas elecciones generales. En los últimos años la expansión económica de países que no habían conocido la migración los ha convertido en receptores, como China e Irlanda. Según estimaciones, las migraciones por refugiados, por personas que buscan un mejor futuro laboral o por desplazados de crisis alimentarias y sequías (ligadas al cambio climático) alcanzaron en 2008 un total de 200 millones de seres humanos, el 3% de la población global. La ONU estima que el grueso de inmigrantes en el planeta se duplicó con creces en los últimos 40 años. Esta liberalización en muchas ocasiones ha rebasado los marcos jurídicos y laborales de los países receptores. Sus gobiernos han respondido al fenómeno tratando de imponer barreras a la migración, criminalizando a los inmigrantes y haciendo uso de nuevas tecnologías para disminuir el flujo. Sin embargo, y a pesar de la férrea oposición vigente, esta postura de los países ricos está condenada a cambiar. Y aquella condena, dulce para algunos y amarga para otros, se debe a las tendencias demográficas de los países desarrollados y similares empobrecidos. La población de los países más ricos para el año 2005 era de mil 208 millones, con tasas anuales de crecimiento cercanas a 0.25%. Según las Naciones Unidas, alcanzará mil 242 millones en 2029, año en que comenzará a registrar tasas de crecimiento negativas, hasta reducirse a mil 220 millones en 2050. Sus niveles de fecundidad actuales se sitúan en 1.6 hijos por mujer, muy por debajo del número necesario para lograr el “reemplazo generacional” (que es de 2.1 hijos). Sus esperanzas de vida (76 años de promedio) son las más elevadas del planeta. En contraste los países menos desarrollados mantienen una tasa anual de 2.4%. Su población es de aproximadamente 753 millones de personas y se estima que llegarán a la mitad de este siglo a mil 374 millones. Su nivel de fecundidad es el más alto del planeta, con una tasa de fecundidad promedio de 5.1 hijos por mujer. A su vez, registran las menores esperanzas de vida (un promedio de 49.6 años). La migración al primer mundo ha traído grandes beneficios, de no ser por el flujo de ilegales del tercer mundo las tasas de natalidad de las naciones desarrolladas ya estaría en picada. Además ha inyectado un bono demográfico de población joven y laboralmente activa muy necesitada por las economías de los países ricos. Varias economías desarrolladas no podrían operar sin mano de obra proveniente del exterior. El 85% de la población de los Emiratos Árabes es de origen extranjero. En Estados Unidos entre el 10 y el 15% de la población empleada nació afuera del país. La mitad de los empleos creados anualmente en el Reino Unido son cubiertos por inmigrantes. Si el libre flujo de bienes y de capital enriqueció el mundo también lo ha hecho la migración, pero además esta última ha permitido el acceso a la riqueza sea más ecuánime (vía las remesas y el derrame económico que éstas generan en los países receptores). En un futuro cercano la migración cobrará dimensiones más importantes para la estabilidad mundial, con el cambio climático millares de personas se verán obligadas a emigrar, tanto los gobiernos nacionales como la comunidad internacional deberán encontrar la forma de dar cabida a estos desplazamientos, de no hacerlo la estabilidad mundial estará en peligro. Por ello los discursos nacionalistas predicados por facciones radicales de los sistemas políticos del primer mundo representan una gran amenaza para este tema, ya que lo empañan con matices xenófobos que no dan soluciones genuinas a esta negada realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario