jueves, 24 de junio de 2010

Contra la dogmática prohibición

Ninguna droga, ni siquiera el alcohol, es causa de los padecimientos fundamentales de la sociedad. Si queremos en encontrar el origen de nuestros problemas, no deberíamos examinar a la gente por drogas, deberíamos hacerlo por estupidez, ignorancia, avaricia o idolatría del poder.- P.J. O'Rourke

Hagamos una pausa de la muy necesitada distracción mundialista para volver a la crudeza del México contemporáneo. La guerra contra el narcotráfico ha continuado, con su ya rutinaria brutalidad y violencia desbordada. Las palabras de O´Rourke, afamado analista político y autor norteamericano, resultan enormemente lúcidas. Este enfrentamiento entre el gobierno federal y los grandes cárteles de la droga en México no persigue un fin claro, es una guerra condenada a la falta absoluta de un epílogo. Los 101 años de prohibición han fracasado para instaurar una forma de delincuencia globalizada cuyo poder amenaza a Estados en varios puntos del planeta, México es sólo una nación más de la larga lista que integran Jamaica, Pakistán, Perú, Afganistán y Colombia. La regulación de todas las drogas ilícitas se vislumbra como la única solución viable y sostenible al problema del narcotráfico, un sector que amparado en la ilegalidad obtiene ganancias masivas y aglomera un vasto poder coercitivo. La prohibición, y la insensata guerra que la acompaña, no es sólo inviable sino que también es muy costosa: estudios de RAND Corporation han demostrado que por cada $7.3 dólares que se invierten en organizaciones policiacas en la lucha contra las drogas se reduce la misma cantidad de cocaína que con un dólar invertido en tratamiento. Por cada $10.8 dólares destinados a seguridad fronteriza se mantiene la misma correlación. La ilegalidad infla artificialmente el precio del producto, a grado tal que la ONU estima que deberían decomisarse tres cuartas partes de toda la producción global de drogas para alcanzar un impacto significativo sobre las ganancias de los cárteles. Se estima que sólo un 40% de la producción total de cocaína es decomisada cada año. El modelo de erradicación ha tenido éxito en ciertos países pero a expensas de otros. En Colombia los suelos dedicados a la siembra de coca han caído en un 60%, en ese mismo periodo la producción se desplazó a Bolivia y Perú, aumentando en un 42 y un 55% respectivamente. Pero además, al igual que los decomisos, las cifras de erradicación resultan muy engañosas. La falta de tierras para cultivo ha sido compensada con avances en la productividad, prueba de ello es que Naciones Unidas ha estimado que la producción global de cocaína ha aumentado 10% con respecto a 2005. El narcotráfico a diferencia del modelo de la prohibición, es un sector muy pujante en lo que respecta a la innovación. Por ello la producción de tachas ha aumentado en México a pesar de que las autoridades trataron de cortar su suministro de insumos prohibiendo la importación de MDMA de Asia. Los cárteles han encontrado la forma de producir estos insumos a escala nacional utilizando químicos relacionados con la perfumería. Las palabras de O´Rourke no pueden ser más ciertas. La prohibición se relaciona más con la idolatría al poder, el dogmatismo y la ignorancia que con las sustancias prohibidas que aspira ilusoriamente erradicar.

Para aunar más: California por la legalización

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