jueves, 15 de octubre de 2009

Matar nazis y hacer un clásico


La madrugada no es motivo para postergar la escritura de esta reseña sobre la nueva película Bastardos sin gloria. Y el motivo es que la magnificencia de esta realización me ha hecho liberar una suerte de endorfinas que vuelven la desvelada insignificante. Bastardos es un festín de sutilezas y matices que el director pone ahí para el cinéfilo fanático, aquél que ha seguido su carrera desde la sublime Perros de Reserva y que conoce la pasión de este realizador nacido en Tennessee por Jean-Luc Godard y los directores de la Nouvelle Vague (la productora de Tarantino se llama Band Apart en honor a Band of Outsiders, título anglo de la película de Godard). Es una ficción histórica con todos los recursos de una película épica hollywodense, pero el exceso de recursos es utilizado con maestría. El director apuesta por actuaciones chingonas y envolventes, destacando la del protagonista Brad Pitt interpretando a Aldo Raine, un teniente judío del Estados Unidos rural, una extraña combinación que al final no importa porque embona perfectamente con la Francia ocupada que Tarantino crea en los Bastardos. Y ese es uno de los puntos más fuertes. Cada personaje juega un papel único que dota a la película de su encanto violento en el que te conviertes en un cómplice que disfruta la violencia tanto como el director. Y luego está Christoph Waltz que interpreta al personaje más poderoso de la película, el Coronel de la SS Gestapo Hans Landa, un hijo de puta, malvado y frío pero a la vez encantador, con una capacidad prácticamente infinita de construir tensión. Las conversaciones triviales, sello distintivo de Tarantino (Harvey Keitel y Steve Bushemi teniendo una conversación sobre la ética de dejarle propinas a meseras previo a un robo millonario en Perros de Reserva; John Travolta y Samuel L. Jackson discutiendo las diferencias de los nombres en los menús de los Mcdonalds europeos y gringos en el camino a ejecutar a uno hombres en Pulp Fcition) están presentes en todo momento de la película, seguidos por intensas escenas de violencia que también se han convertido en otra referencia de este consolidado director. La influencia de la Nouvelle Vague se encuentra en el fanatismo de Tarantino por lo rutinario, aquellas conversaciones inteligentes y con mala leche son procesos largos hacia un fin, gusto que comparte con clásicos como Breathless y la ya mencionada Banda Aparte. Como audiencia él te pide que lo disfrutes, que goces el ritual de ver el cine y terminarás apasionado. La película está filmada con una belleza distintiva, la toma sutil de la mirada de una familia judía aterrada a través de las ranuras de un piso de madera, el cambio violento de cámara cuando el Teniente Laine amenaza de muerte a un nazi a cambio de información… éstas son demasiadas para enlistarlas en esta reseña y simplemente hay que verla. El tema de la venganza de un grupo de judíos sobre aquellos genocidas te involucra y da una sensación de placer culposo. Es una gran película de un director que respira para y con el cine, que transmite su pasión con una historia inteligente, actuaciones envolventes y una realización sublime. Otro clásico de uno de los directores más influyentes de la actualidad que, además, jamás estudió nada relacionado al cine.

Explorando youtube me topé un especial de la televisión británica dedicada a los Bastardos, entrevistan a los actores y al director, está dividida en 3 partes:
1… 2… 3…

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