martes, 27 de octubre de 2009

Un logro de la ciencia ficción


Lo posible es lo que puede despertar el miedo más profundo. Y la premisa planteada por Danny Boyle en su película Sunshine resulta aterradora: ¿Qué pasaría si prematuramente nuestro sol comenzase a morir-y obviamente nosotros con él-? El director, consciente de lo aterrador que puede resultar lo posible, recurrió a la asesoría del físico Brian Cox para preguntarle si era posible que nuestra estrella comenzase a morir hacia mediados de este siglo. Y el universo infinito obviamente presentaba una posibilidad, un fenómeno conocido como Q-ball. Descubiertos hace 20 años por un físico de Harvard las “bolas Q” son objetos masivamente densos que se formaron desde el Big Bang. Se ha observado que éstos pueden internarse en las estrellas y destruir sus protones por un proceso de desplazamiento de energía, matando estrellas desde adentro hacia afuera. Así el director de 28 Days Later y Trainspotting logró matar a nuestro sol en 4 décadas en lugar de los 5 mil millones de años en los que agotará su combustible. Ante esta pesadilla la humanidad lanza una misión desesperada para revivir a su estrella (bajo el nombre de Ícaro), lanzando una bomba nuclear en uno de sus polos. La misión es más grande que la vida misma y los actores plasman esta carga con maestría. Seis astronautas y científicos son encomendados con el destino de la raza humana, nuestro presente, pasado y futuro. La carga es enorme, lo que se refleja en una tensión inagotable al interior de la nave. Y aquí entra el segundo factor que vuelve la película más angustiante: el hecho de viajar hasta el sol en el ambiente más hostil conocido por el hombre. Lleno de radiación, el espacio exterior es un lugar donde las temperaturas pueden oscilar entre el calor más calcinante hasta el frío más profundo. Hay objetos diminutos viajando a velocidades altísimas que pueden penetrar objetos con facilidad. El Ícaro II –nombre de la nave- debe completar este viaje de años mientras sus tripulantes tienen que enfrentarse a la claustrofobia de sus espacios. Pero este sentimiento va mucho más allá de los reducidos espacios del Ícaro, es el terror de estar atrapado en la eternidad de nuestro universo. Según la nave se aproxima al sol la temperatura va en aumento y no hay espacio para errores, ésta cuenta con un sistema de espejos que la protegen de la radiación y que deben estar alineados con la estrella en todo momento. Luego está el aspecto visual. Sunshine demuestra que los gráficos de computadora pueden ser utilizados de una forma austera sin perder lo espectacular. El sol se ve espectacular, como una esfera incandescente con un fulgor apabullador. Las animaciones de mercurio orbitando a la gigante estrella como un punto calcinado y minúsculo roba suspiros. El diseño de la nave es maravilloso, resaltando un cuarto “jardín” en el que hay plantas que reciclan agua y oxígeno, lo que teóricamente será necesario para una futura misión a Marte. Los trajes espaciales dorados hacen una apología a los de 2001: Odisea al Espacio de Kubrick y son otro elemento importante en el aspecto claustrofóbico del film. El violento y enigmáticamente hermoso fulgor del sol barriendo la nave como un tsunami de luz acompañado por la música de Underworld y de John Murphy emociona al grado de la euforia. Boyle logra con esta fórmula involucrar al espectador en esta misión, angustiándolo y aterrándolo. Finalmente un punto muy importante de la película, al igual que con Odisea al Espacio, es el trasfondo filosófico de la trama. El personaje del psicólogo de la misión interpretado por Cliff Curtis explica al comienzo de la película que algo te ocurre cuando observas el fulgor del sol, te sientes parte de él. La película maneja una suerte de divinidad científica en la que, intuitivamente, ciertos personajes comprenden que su origen se remonta al sol. Cada una de nuestras partículas en algún momento estuvo en nuestra estrella y al verla brillar ves a Dios. Sunshine es un logro de la ciencia ficción, género que por lo general se ahoga en un mar de efectos especiales que opaca aspectos como las actuaciones y la trama.



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