jueves, 19 de noviembre de 2009

Un capitalismo... creativo


Déjenme comenzar con una idea con la que mucho de ustedes no coincidirán. El mundo está mejorando. Estas fueron las palabras de Bill Gates en Foro Mundial de Davos en 2008. Las palabras de este empresario y mayor altruista del planeta (su fundación The Bill & Melinda Gates Foundation ha donado hasta la fecha $37.6 billones de dólares a escala mundial) merecen recordarse, sobretodo lo que planteó del capitalismo en su estado actual. Es cierto, nos enfrentamos a una crisis de la envergadura del primer cambio climático generado por la raza humana y a un colapso económico global, pero a su vez (y cómo recalcó el fundador de Microsoft) hemos duplicado la esperanza de vida en todo el planeta en los últimos cien años. Las condiciones políticas de prácticamente todas las minorías han mejorado con respecto al pasado, las libertades democráticas, económicas y civiles han tenido enormes avances. Con la revolución informática-digital hemos generado la mayor cantidad de riqueza en nuestra historia. De acuerdo con el economista de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs, el Producto Bruto Mundial creció 49 veces en los últimos 180 años y en el año 1820 todas las regiones del mundo eran pobres a estándares actuales. A las palabras de Gates no les hace falta sustento: aunque nos enfrentamos a enormes retos, hemos logrado avances incalculables (ir al artículo Contra el cliché apocalíptico). Aquellos avances han sido impulsados por logros en el terreno de la salud, de la informática y en las ciencias duras. Éstas han propiciado las condiciones para que los individuos generen por sí solos cantidades enormes de capital y así mejorar su calidad de vida a una escala nunca antes concebible. Sin embargo estos logros reales chocan con nuestros pendientes: El mundo está mejorando, pero no lo está haciendo lo suficientemente rápido y no está beneficiando a todos. Los grandes avances que hemos alcanzado muchas veces palidecen ante la desigualdad en el mundo. Los que menos necesitan se benefician más, mientras que los más necesitados son omitidos –en especial los mil millones de seres humanos que viven en pobreza extrema. Ahora hay mil millones de seres humanos que padecen malnutrición, que no tienen acceso a agua potable, electricidad, las cosas que menospreciamos en nuestra vida diaria. Enfermedades que matan a más de un millón al año reciben menos atención de las farmacéuticas que la investigación para la calvicie. Estas personas son ignoradas por la globalización y además serán los más afectados de sus externalidades. El cambio climático afectará más a los seres humanos que menos contribuyeron para causarlo (ir al artículo Pobreza y Cambio Climático). ¿Por qué existe esta relación viciada entre las necesidades humanas y nuestro desarrollo económico, en el que los que ya tienen reciben más y los que no menos? Gates nos da un lúcido argumento: los incentivos de mercado en nuestro sistema capitalista no detectan ni benefician a los más necesitados. Los avances tecnológicos, científicos y de salud que han cambiado la vida en el planeta no llegan por inercia de los mercados a los más pobres y excluidos. Debemos encontrar entonces una forma para que los avances tecnológicos capitalistas lleguen a donde más se les necesitan. Requerimos de un sistema que lleve la innovación tecnológica a donde es más necesitada basándose en un sistema de incentivos capitalitas. Tal sistema, de acuerdo con el empresario, debe girar en torno a dos ejes: primero, debe perseguir la generación de riqueza. Y segundo, esa acumulación de riqueza inherente al sistema capitalista, deberá ofrecer los incentivos para ayudar a los que no son detectados por los mercados. Gates habla de la necesidad de establecer un nuevo incentivo de mercado para garantizar esta inercial ayuda a los más pobres que nos plantea, el reconocimiento: [El reconocimiento] puede posicionar a cualquier empresa ante sus consumidores. Es un incentivo de mercado que premia el altruismo. En los mercados donde no se pueden generar beneficios, el reconocimiento puede ser el incentivo que promueva la inversión.

Gates bautizó este sistema capitalismo creativo, en el que los gobiernos, los grandes consorcios empresariales y las organizaciones no gubernamentales coordinan esfuerzos para llevar los mercados a donde más se les necesitan. El reconocimiento puede ser el incentivo que promueva estas acciones que sus contrapartes financieras no generan. Un argumento interesante que dio fue que varias veces los mercados no se generan en determinados lugares no por tener demanda suficiente, sino porque no se han analizado previamente la capacidad y limites de consumo en ellos. En una ocasión la Organización Mundial de la Salud (OMS) mandó fabricar una vacuna para la meningitis para África. Pero antes de hacerlo llevó acabo estudios para averiguar la cantidad que los africanos podían pagar por la vacuna, que resultó ser 50 centavos de dólar por cada una. La OMS promovió que varias farmacéuticas intentarán fabricar la vacuna por debajo de ese precio. Así el Serum Institute en la India logró sacarla a 40 centavos. La compañía acordó proveer 250 millones de dosis a sistemas de salud pública durante los siguientes diez años. Los derechos intelectuales y las patentes también pueden operar como sistemas de incentivos para hacer ganancias y a la vez ayudar. Una empresa Holandesa mantiene su patente de una vacuna para el cólera en el primer mundo pero la comparte en naciones subdesarrolladas (lo que hace que su vacuna en cueste menos de un dólar en Vietnam por ejemplo). Muchas industrias podrían encontrar beneficios con est sistema para ofrecer medicamentos y tecnología en países pobres. Una parte vital de este capitalismo creativo es la acción de los gobiernos, que asignan recursos a la investigación científica y al desarrollo tecnológico, proveen de seguridad social y sostienen los sistemas de educación pública. También es importante que generen incentivos de mercado para beneficiar a los más pobres. En Estados Unidos una ley aprobada en el 2007 premia a las farmacéuticas que desarrollan curas para enfermedades del subdesarrollo (como la tuberculosis o malaria) agilizando la salida al mercado de tratamientos para enfermedades del primer mundo (colesterol, diabetes). Una parte integral del capitalismo creativo es empoderar a los más pobres del planeta dándoles acceso a los mercados del primer mundo; por lo que subsidios agrícolas y las prácticas de dumping de la UE, Estados Unidos y Japón deben terminar. Este fue el planteamiento que Bill Gates hizo en el Foro Económico Mundial 2008. Rescato estas ideas de nuestro culto a la inmediatez porque me parece indudable la lucidez del argumento: podemos construir un nuevo capitalismo, uno que continué con la vital generación de riqueza inherente a su naturaleza pero que a su vez genere los incentivos para acabar la pobreza y promover el desarrollo; un capitalismo creativo, más humano y altruista. Es sin lugar a duda uno de los momentos más impactantes de nuestra historia. Los retos son enormes pero también las oportunidades.

*Las cursivas son las palabras de Gates en el Foro de Davos, para los que quieran aunar más en el tema les anexo el video original de la ponencia:



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