viernes, 30 de octubre de 2009

Para los habitantes de una ciudad máxima


“Bombay es el futuro de la civilización urbana en el planeta. Que Dios nos ayude.” -Suketu Mehta

Ciudad de México, Bombay, Karachi, Sao Paulo… las ciudades máximas están apareciendo por todo el planeta como una pandemia incurable. Los millares de seres humanos, la falta de espacio, de privacidad, de agua, el tráfico. Estas megametrópolis modernas de pronto dan la impresión de que estallarán. Suketu Mehta, un periodista oriundo de Bombay y exiliado en Nueva York desde los 14 años, se une a la tradición de Charles Dickens (con Londres) y Joseph Mitchell (con N.Y.) en tomarle el pulso a la ciudad más importante de la India; con una población que en 2004 superaba a la de 173 países del planeta. Hay 17, 550 personas por cada 1.5 kilómetros cuadrados en Bombay (en Holanda aquella correlación es de 150 personas y en toda India es de 120), lo que la vuelve una de las ciudades de mayor concentración poblacional en el planeta.

El autor descubre en el exilio como debemos pertenecer a un colectivo para ser un individuo. Y es cierto, la identidad de un ser humano está profundamente ligada a su nación; y viniendo de una familia proveniente del exilio español puedo afirmar que esta noción es cierta. La nación es el punto de referencia más importante y el exilio puede representar la pérdida más traumática e irrecuperable para un ser humano. Mehta vuelve a Bombay tras 21 años de exilio en la organizada y primermundista Nueva York. Su viaje de redescubrimiento es tanto personal como colectivo, en varias partes de este trabajo (finalista del Pullitzer y “libro del año” de The Economist en 2004) el autor nos presenta su readaptación a un país que es el que añoraba en el camino a su escuela en Queens, que era de católicos polacos e italianos, y que ahora ha cambiado profundamente. Ha perdido las sutilezas de la cultura de la corrupción, lo importante de los contactos, no aguanta el caos de aquella ciudad-isla frente a la comodidad de Manhattan.

Pero también explora la experiencia personal de aquellos individuos que forman aquél apocalipsis que Bombay parece sobrevivir con cada atardecer: políticos neofascistas de India, sicarios de pandillas indias y musulmanas, prostitutas, los corruptos (y contradictoriamente heroicos) cuerpos policíacos, la prospera industria de cine Bollywood, los habitantes de los infinitos barrios marginales, la elite acaudalada y las personas ricas que abandonan todas sus posesiones siguiendo su fe. Este libro remite como por fuerza de una inercia inevitable a nuestra capital, el Distrito Federal. La falta de lugares para estacionar lleva al autor a reflexionar que las guerras del siglo XXI serán por este bien espacial tan escaso; en nuestra ciudad este tema parece una amenaza de enfrentamientos entre civiles y se ha manifestado en una forma de privatización bautizada como la “operación cubeta” por Juan Villoro. Como lector Mehta, que ha desarrollado una sólida carrera como periodista en la revista Time y el New York Times, te lleva por una odisea de esta caótica metrópoli en donde los contrastes chocan en cada calle, donde la injusticia se enfrenta contra la buena voluntad de sus habitantes, donde el atardecer más bello del Ganges puede verse contaminado por un cadáver pudriéndose flotando corriente abajo. Este mural que elabora sobre su ciudad natal coincide perfectamente con lo escrito por Octavio Paz en su libro Vislumbres de la India: “Vi monstruos y me cegaron relámpagos de belleza”.

Ayuda a comprender un punto erógeno de la nación-continente que es India con sus mil millones de habitantes, sus 5 mil años de historia, su riqueza de credos y etnias conviviendo bajo una rígida estamentación, su integración e impacto en la globalización y su crecimiento económico anual superior al 7%. Los atentados perpetrados en Bombay en 2008 se remontan a una serie de disturbios masivos en los que las mayorías indias lincharon a miles de musulmanes entre 1992 y 1993. En respuesta se armaron diferentes células terroristas musulmanas ligadas a redes criminales del oriente y a Al-Qaeda que han perpetrado diversos ataques terroristas en la sobrepoblada red ferroviaria de la ciudad, la Bolsa de Valores de Bombay y las oficinas Centrales de Air India. Las mafias musulmanas se enfrentan constantemente en los barrios marginales a los sicarios de un partido nacionalista de india y Mehta entrevista a cada uno, los conoce y llega a sentir empatía por ellos. El libro se mantiene fiel a explorar los marcados contrastes que conviven en Bombay, de los mafiosos y los terroristas Mehta conoce a la policía de la ciudad, desde sus sicarios paralegales hasta sus héroes de elite que han desarmado a células terroristas responsables de atentados.

Cómo enfrenta lo violento y lo ilegal de su ciudad, también lo hace con lo bello y lo exuberante. Durante su experiencia en India Mehta se involucra en la producción de una película de Bollywood, donde un éxito de taquilla puede combinar elementos tan extraños como vampiros con terrorismo, cortes musicales y coreografías. El premio es obtener las entradas por una audiencia de casi mil millones de espectadores, censuradas severamente por un órgano gubernamental para una sociedad que es muy conservadora en un estilo único y exótico para la visión occidental. Conoce a una de las prostitutas más bellas del bajo mundo de Bombay y se involucra en el mundo del strip club indio, en el que las mujeres bailan sólo canciones de películas, totalmente tapadas con bellos sharis, prueba de aquél exótico conservadurismo. En todos estos momentos Suketu Mehta va construyendo esta ciudad que es formada por individuos como éstos, contribuyendo a crear esa masividad que es Bombay, dándole sentido a la frase del poeta indio Kabir Monhanty que reza “Somos individualmente múltiples”.

Maximum City: Bombay Lost and Found es un estudio de una patología colectiva e inagotable, vista desde las neuronas disfuncionales que son sus habitantes; es también una historia personal sobre la readaptación de un hombre que tras un exilio reclama su ciudad natal, cambiada por el tiempo y por las mareas incesantes de la globalización. Dónde puede convivir en un mismo espacio el gigante de software Infosys, con los baños públicos de los barrios paupérrimos que arrojan a la vía pública toneladas de desperdicios humanos cada día. Es un lugar donde la desesperanza del odio entre musulmanes e indios se pone en duda cada mañana cuando millones de ciudadanos arriesgan sus vidas sacando sus manos de los atestados trenes en movimiento para auxiliar a alguien que sin su ayuda no podrá subirse y llegar a su trabajo. Es una lectura amena y poderosa que puede introducirte al exotismo de la joya del oriente pero que también demuestra que más allá de nuestras marcadas diferencias, existen puntos en los que éstas se difuminan en lo más esencial de la condición humana; dónde se pueden encontrar enormes similitudes entre aquella megametrópoli con la nuestra. Y es una lectura obligada para los habitantes de cualquier “ciudad máxima”.

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