Recientemente nos ha tocado a México, una de las potencias de América Latina nos incluya o no los oficialismos, el embate de la realidad. En algún momento que para una generación joven como la mía se ha vuelto distante, México era una “potencia en ciernes” y con ello se nos premió con dos mundiales y unas olimpiadas entre finales de los sesenta y mediados de los ochenta. La mítica actuación de Maradona y Pelé han quedado plasmadas en el celuloide de aquellas transmisiones y la comparación actual con Brasil resulta inevitable. El gigante carioca ha repuntado económica y políticamente, con un líder carismático como Lula da Silva, y ha hecho un ruido ensordecedor alrededor del mundo con su mundial en 2014 y sus olimpiadas en Rio 2016 –nominación que barrió con Chicago y Tokio, dos metrópolis titánicas del primer mundo-. Mientras México está decaído. Desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte –TLCAN- nuestro país se ha especializado en la manufactura para el mercado norteamericano, meca de la actual crisis global. Mientras tanto las materias primas brasileñas están aprovechando el repunte económico de China (cuyo crecimiento se proyecta ya en 7% el siguiente trimestre) para reactivar su dinamismo económico y hacer que la bosa nova se escuche hasta este hemisferio del planeta. Pemex, cuyo lugar en nuestro psique nacional ocupa un extraño lugar entre la Ilíada y el libro más rígido de ingeniería, es un rotundo fracaso. Petrobras es una paraestatal moderna, con capacidad de iniciar y desarrollar proyectos, que invierte afuera de Brasil. Mientras nuestra mítica paraestatal está quebrada, su producción va en picada y el descubrimiento de yacimientos en Chicontepec –que nos vuelve la tercera potencia petrolera global- son inalcanzables. Nuestra recaudación es de las más bajas con relación al Producto Interno Bruto, la violencia a escala nacional va en aumento, nuestra economía está plagada por monopolios públicos y privados que imposibilitan la creación de empleos, nuestros jóvenes migran cada año a EEUU lo que representa una pérdida de capital humano incalculable, nuestra clase política es dogmatica, corrupta y fracasada… si este es un momento de crisis global desde México se siente mucho más. Y nos duele aún más no ser cariocas.
Creen que Mexico no aprovechó su "sweet moment"??
ResponderEliminarY más importante aún, ¿creeis que es más fácil crecer apoyándose en China hoy en día que apoyándose en USA en los 70s?? Es decir, aprovechará Brasil su momento?