viernes, 30 de octubre de 2009

Para los habitantes de una ciudad máxima


“Bombay es el futuro de la civilización urbana en el planeta. Que Dios nos ayude.” -Suketu Mehta

Ciudad de México, Bombay, Karachi, Sao Paulo… las ciudades máximas están apareciendo por todo el planeta como una pandemia incurable. Los millares de seres humanos, la falta de espacio, de privacidad, de agua, el tráfico. Estas megametrópolis modernas de pronto dan la impresión de que estallarán. Suketu Mehta, un periodista oriundo de Bombay y exiliado en Nueva York desde los 14 años, se une a la tradición de Charles Dickens (con Londres) y Joseph Mitchell (con N.Y.) en tomarle el pulso a la ciudad más importante de la India; con una población que en 2004 superaba a la de 173 países del planeta. Hay 17, 550 personas por cada 1.5 kilómetros cuadrados en Bombay (en Holanda aquella correlación es de 150 personas y en toda India es de 120), lo que la vuelve una de las ciudades de mayor concentración poblacional en el planeta.

El autor descubre en el exilio como debemos pertenecer a un colectivo para ser un individuo. Y es cierto, la identidad de un ser humano está profundamente ligada a su nación; y viniendo de una familia proveniente del exilio español puedo afirmar que esta noción es cierta. La nación es el punto de referencia más importante y el exilio puede representar la pérdida más traumática e irrecuperable para un ser humano. Mehta vuelve a Bombay tras 21 años de exilio en la organizada y primermundista Nueva York. Su viaje de redescubrimiento es tanto personal como colectivo, en varias partes de este trabajo (finalista del Pullitzer y “libro del año” de The Economist en 2004) el autor nos presenta su readaptación a un país que es el que añoraba en el camino a su escuela en Queens, que era de católicos polacos e italianos, y que ahora ha cambiado profundamente. Ha perdido las sutilezas de la cultura de la corrupción, lo importante de los contactos, no aguanta el caos de aquella ciudad-isla frente a la comodidad de Manhattan.

Pero también explora la experiencia personal de aquellos individuos que forman aquél apocalipsis que Bombay parece sobrevivir con cada atardecer: políticos neofascistas de India, sicarios de pandillas indias y musulmanas, prostitutas, los corruptos (y contradictoriamente heroicos) cuerpos policíacos, la prospera industria de cine Bollywood, los habitantes de los infinitos barrios marginales, la elite acaudalada y las personas ricas que abandonan todas sus posesiones siguiendo su fe. Este libro remite como por fuerza de una inercia inevitable a nuestra capital, el Distrito Federal. La falta de lugares para estacionar lleva al autor a reflexionar que las guerras del siglo XXI serán por este bien espacial tan escaso; en nuestra ciudad este tema parece una amenaza de enfrentamientos entre civiles y se ha manifestado en una forma de privatización bautizada como la “operación cubeta” por Juan Villoro. Como lector Mehta, que ha desarrollado una sólida carrera como periodista en la revista Time y el New York Times, te lleva por una odisea de esta caótica metrópoli en donde los contrastes chocan en cada calle, donde la injusticia se enfrenta contra la buena voluntad de sus habitantes, donde el atardecer más bello del Ganges puede verse contaminado por un cadáver pudriéndose flotando corriente abajo. Este mural que elabora sobre su ciudad natal coincide perfectamente con lo escrito por Octavio Paz en su libro Vislumbres de la India: “Vi monstruos y me cegaron relámpagos de belleza”.

Ayuda a comprender un punto erógeno de la nación-continente que es India con sus mil millones de habitantes, sus 5 mil años de historia, su riqueza de credos y etnias conviviendo bajo una rígida estamentación, su integración e impacto en la globalización y su crecimiento económico anual superior al 7%. Los atentados perpetrados en Bombay en 2008 se remontan a una serie de disturbios masivos en los que las mayorías indias lincharon a miles de musulmanes entre 1992 y 1993. En respuesta se armaron diferentes células terroristas musulmanas ligadas a redes criminales del oriente y a Al-Qaeda que han perpetrado diversos ataques terroristas en la sobrepoblada red ferroviaria de la ciudad, la Bolsa de Valores de Bombay y las oficinas Centrales de Air India. Las mafias musulmanas se enfrentan constantemente en los barrios marginales a los sicarios de un partido nacionalista de india y Mehta entrevista a cada uno, los conoce y llega a sentir empatía por ellos. El libro se mantiene fiel a explorar los marcados contrastes que conviven en Bombay, de los mafiosos y los terroristas Mehta conoce a la policía de la ciudad, desde sus sicarios paralegales hasta sus héroes de elite que han desarmado a células terroristas responsables de atentados.

Cómo enfrenta lo violento y lo ilegal de su ciudad, también lo hace con lo bello y lo exuberante. Durante su experiencia en India Mehta se involucra en la producción de una película de Bollywood, donde un éxito de taquilla puede combinar elementos tan extraños como vampiros con terrorismo, cortes musicales y coreografías. El premio es obtener las entradas por una audiencia de casi mil millones de espectadores, censuradas severamente por un órgano gubernamental para una sociedad que es muy conservadora en un estilo único y exótico para la visión occidental. Conoce a una de las prostitutas más bellas del bajo mundo de Bombay y se involucra en el mundo del strip club indio, en el que las mujeres bailan sólo canciones de películas, totalmente tapadas con bellos sharis, prueba de aquél exótico conservadurismo. En todos estos momentos Suketu Mehta va construyendo esta ciudad que es formada por individuos como éstos, contribuyendo a crear esa masividad que es Bombay, dándole sentido a la frase del poeta indio Kabir Monhanty que reza “Somos individualmente múltiples”.

Maximum City: Bombay Lost and Found es un estudio de una patología colectiva e inagotable, vista desde las neuronas disfuncionales que son sus habitantes; es también una historia personal sobre la readaptación de un hombre que tras un exilio reclama su ciudad natal, cambiada por el tiempo y por las mareas incesantes de la globalización. Dónde puede convivir en un mismo espacio el gigante de software Infosys, con los baños públicos de los barrios paupérrimos que arrojan a la vía pública toneladas de desperdicios humanos cada día. Es un lugar donde la desesperanza del odio entre musulmanes e indios se pone en duda cada mañana cuando millones de ciudadanos arriesgan sus vidas sacando sus manos de los atestados trenes en movimiento para auxiliar a alguien que sin su ayuda no podrá subirse y llegar a su trabajo. Es una lectura amena y poderosa que puede introducirte al exotismo de la joya del oriente pero que también demuestra que más allá de nuestras marcadas diferencias, existen puntos en los que éstas se difuminan en lo más esencial de la condición humana; dónde se pueden encontrar enormes similitudes entre aquella megametrópoli con la nuestra. Y es una lectura obligada para los habitantes de cualquier “ciudad máxima”.

jueves, 29 de octubre de 2009

Viviendo en un nuevo orden mundial


Para el politólogo Francis Fukuyama el “fin de la historia” era inminente tras la caída del Muro de Berlín. Aquella polémica tesis planteaba que tras el desarme del bloque de la Unión Soviética el mundo entero se encaminaría por un proceso prácticamente hegeliano en el que se alcanzaría una hegemonía global del modelo de democracia liberal y sus libertades económicas. Para Fukuyama ese es el “fin de la historia”, el triunfo total del modelo liberal occidental como modelo hegemónico mundial. Sin embargo la historia ha ido por un cauce muy diferente del que ha planteado Fukuyama: la adopción masiva del modelo de mercado tras 20 años de expansión económica sostenida, ha traído consigo la aparición de potencias emergentes tanto en el plano global como en el regional. En la actualidad las economías de India, Estados Unidos, la Unión Europea, China, Rusia y Japón representan el 75% del Producto Bruto Mundial y acaparan el 80% del gasto armamentista. Parece que lo que le falló a Fukuyama fue aquella convicción en la democracia liberal. Varias naciones del planeta adoptaron el modelo de economía de mercado pero eso no las ha encaminado necesariamente hacia un sistema democrático prácticamente por inercia. China ha crecido por encima de las dos cifras desde su entrada a la OMC en 2001 pero eso parece que no surtió efecto alguno sobre su sistema autoritario que ha endurecido más su control y prácticas de represión, aún tras celebrarse sus juegos olímpicos en 2008 en Beijing. Ahora este país continente es la segunda potencia global, que ha rebasado en emisiones de CO2 a EEUU y que será vital su participación para llegar a un acuerdo entorno al calentamiento global. Esto demuestra el relativismo en el que ha caído el concepto de la "potencia global", Estados Unidos podrá ser la primera potencia económica pero su peso ambiental es segundo ante China. Rusia también ha optado por una fórmula similar de autoritarismo con libre mercado. El experto en política internacional Richard N. Haass plantea que las condiciones de la política global nos están arrastrando a la era de la no polaridad. Esta tesis muy contraria a la de Fukuyama plantea que las condiciones geopolíticas actuales están dispersando el poder (político y económico) por todo el planeta a grado tal que ya no existen polos de poder fijos y que la etapa de la unipolaridad norteamericana está llegando claramente a su fin. Esta dispersión de poder es tal que ya ni siquiera los Estados Nación encabezan este nuevo mapa geopolítico, en vez de ello, lo comparten por lazos comerciales con otras naciones del planeta, con ONGs, empresas transnacionales, con los nuevos Estados “no alineados” como Irán y Corea del Norte, las potencias regionales, redes terroristas, cárteles de droga etc. Quién en esta época afirme que existe un “imperialismo” como en la Guerra Fría no capta la complejidad de este mundo más globalizado, interdependiente y con muchos focos de poder.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Una cuestión de población


El debate en torno a la crisis climática y ambiental se ha volcado por dos soluciones fáciles de decir pero muy difíciles de implementar: llevar a cabo una transición energética y una reindustrialización. Esto supone un reto enorme para la comunidad global, es necesario que los gobiernos del planeta impulsen el desarrollo de las energías limpias y ahí entran las naciones ricas las pobres y las potencias emergentes. Las primeras son las emisoras de contaminantes más importantes, las segundas serán las víctimas más afectadas por el cambio climático y las últimas tienen una prioridad clara de disminuir su cantidad de pobres e impulsar su desarrollo –aunque tenga que hacerse con fuentes de energías tradicionales y por ende contaminantes-. De implementarse la anhelada reindustrialización deberá existir un consenso entre las diferentes naciones del planeta, donde los países ricos e industrializados deberán apoyar a los más pobres y a las potencias emergentes en la asimilación de nuevas tecnologías. Pero la transición energética y la reindustrialización no son la única solución a estas contingencias. De acuerdo a un estudio publicado por Thomas Wire del London School of Economics el control poblacional es cinco veces más barato que cualquier tecnología limpia para abatir el cambio climático. Pero por ahora el control poblacional no se ha debatido a fondo y las proyecciones no son nada alentadoras. De mantenerse las tasas de reproducción actuales alcanzaremos los 9 mil millones para 2050. Cada humano nuevo representa una carga mayor sobre los ecosistemas. Pero de acuerdo a Michael Potts de la Universidad de California cada año se dan 80 millones de embarazos no deseados. Un estudio publicado por la ONU titulado Adding it Up: the Benefits of Investing in Sexual and Reproductive Healthcare afirma que 72% de estos embarazos podrían prevenirse si se le facilitasen el acceso a anticonceptivos a las mujeres. El Optimum Population Trust una organización ambientalista de Inglaterra calculó los costos del control de emisiones de bióxido de carbono en relación con la accesibilidad de anticonceptivos entre 2010 y 2050. Los resultados son muy alentadores: una tonelada de CO2 puede ahorrarse por $7 dólares con métodos de planificación familiar, ahorrar una tonelada de bióxido de carbono con tecnologías verdes costaría $32 dólares. Si logramos facilitar anticonceptivos a esas 80 millones de madres podríamos ahorrar 34 mil millones de toneladas de CO2. Por ello debemos estar al pendiente que el control poblacional –como un compromiso de cooperación global- se discuta e implemente en la Cumbre sobre el cambio climático a celebrarse en Copenhague en diciembre.

martes, 27 de octubre de 2009

Un logro de la ciencia ficción


Lo posible es lo que puede despertar el miedo más profundo. Y la premisa planteada por Danny Boyle en su película Sunshine resulta aterradora: ¿Qué pasaría si prematuramente nuestro sol comenzase a morir-y obviamente nosotros con él-? El director, consciente de lo aterrador que puede resultar lo posible, recurrió a la asesoría del físico Brian Cox para preguntarle si era posible que nuestra estrella comenzase a morir hacia mediados de este siglo. Y el universo infinito obviamente presentaba una posibilidad, un fenómeno conocido como Q-ball. Descubiertos hace 20 años por un físico de Harvard las “bolas Q” son objetos masivamente densos que se formaron desde el Big Bang. Se ha observado que éstos pueden internarse en las estrellas y destruir sus protones por un proceso de desplazamiento de energía, matando estrellas desde adentro hacia afuera. Así el director de 28 Days Later y Trainspotting logró matar a nuestro sol en 4 décadas en lugar de los 5 mil millones de años en los que agotará su combustible. Ante esta pesadilla la humanidad lanza una misión desesperada para revivir a su estrella (bajo el nombre de Ícaro), lanzando una bomba nuclear en uno de sus polos. La misión es más grande que la vida misma y los actores plasman esta carga con maestría. Seis astronautas y científicos son encomendados con el destino de la raza humana, nuestro presente, pasado y futuro. La carga es enorme, lo que se refleja en una tensión inagotable al interior de la nave. Y aquí entra el segundo factor que vuelve la película más angustiante: el hecho de viajar hasta el sol en el ambiente más hostil conocido por el hombre. Lleno de radiación, el espacio exterior es un lugar donde las temperaturas pueden oscilar entre el calor más calcinante hasta el frío más profundo. Hay objetos diminutos viajando a velocidades altísimas que pueden penetrar objetos con facilidad. El Ícaro II –nombre de la nave- debe completar este viaje de años mientras sus tripulantes tienen que enfrentarse a la claustrofobia de sus espacios. Pero este sentimiento va mucho más allá de los reducidos espacios del Ícaro, es el terror de estar atrapado en la eternidad de nuestro universo. Según la nave se aproxima al sol la temperatura va en aumento y no hay espacio para errores, ésta cuenta con un sistema de espejos que la protegen de la radiación y que deben estar alineados con la estrella en todo momento. Luego está el aspecto visual. Sunshine demuestra que los gráficos de computadora pueden ser utilizados de una forma austera sin perder lo espectacular. El sol se ve espectacular, como una esfera incandescente con un fulgor apabullador. Las animaciones de mercurio orbitando a la gigante estrella como un punto calcinado y minúsculo roba suspiros. El diseño de la nave es maravilloso, resaltando un cuarto “jardín” en el que hay plantas que reciclan agua y oxígeno, lo que teóricamente será necesario para una futura misión a Marte. Los trajes espaciales dorados hacen una apología a los de 2001: Odisea al Espacio de Kubrick y son otro elemento importante en el aspecto claustrofóbico del film. El violento y enigmáticamente hermoso fulgor del sol barriendo la nave como un tsunami de luz acompañado por la música de Underworld y de John Murphy emociona al grado de la euforia. Boyle logra con esta fórmula involucrar al espectador en esta misión, angustiándolo y aterrándolo. Finalmente un punto muy importante de la película, al igual que con Odisea al Espacio, es el trasfondo filosófico de la trama. El personaje del psicólogo de la misión interpretado por Cliff Curtis explica al comienzo de la película que algo te ocurre cuando observas el fulgor del sol, te sientes parte de él. La película maneja una suerte de divinidad científica en la que, intuitivamente, ciertos personajes comprenden que su origen se remonta al sol. Cada una de nuestras partículas en algún momento estuvo en nuestra estrella y al verla brillar ves a Dios. Sunshine es un logro de la ciencia ficción, género que por lo general se ahoga en un mar de efectos especiales que opaca aspectos como las actuaciones y la trama.



lunes, 26 de octubre de 2009

Cuatro grandes retos


Con la industrialización la humanidad comenzó una carrera de crecimiento exponencial en todo el sentido de la palabra. Nuestros números aumentaron exponencialmente, nuestra tecnología y nuestra riqueza; con ello comenzamos a vivir más tiempo, a reproducirnos más y a habitar prácticamente cualquier ambiente en el planeta. Para el comienzo de este siglo la población mundial asciende a unos 6.6 billones de personas, produciendo unos $60 trillones de dólares al año. Este nivel de productividad del output económico mundial está llevando al punto del quebranto a diferentes ecosistemas que sostienen la vida en el planeta, arrojando una cantidad insostenible de gases de efecto invernadero que están calentando el clima al punto de volverlo completamente impredecible, se están destruyendo los ecosistemas marinos por la enorme cantidad arrojada de CO2 a los océanos y la pesca ilimitada. El planeta está sobrepoblado de humanos muy productivos y muy contaminantes. La actividad económica mundial ha crecido ocho veces desde 1950 (cuando solo había 2 mil millones 500 mil personas en todo el mundo). Para poner un caso particular, China a principios de los años ochenta tenía a dos terceras partes de su población viviendo en condiciones de pobreza extrema (lo que son aproximadamente 600 millones de personas). Hoy esta cifra se ha reducido a 180 millones. Los más de 400 millones de chinos que han salido de la pobreza se han unido a una nueva clase media, que consume más (Banco Mundial, 2007). Cuando he hablado en este espacio de los grandes retos hacia mediados de siglo se pueden resumir a cuatro:

1. La presión de la raza humana sobre ecosistemas y el clima. Estos fenómenos deben mitigarse para evitar patrones climáticos extremos (en forma de inundaciones, huracanes sequías etc.), la sexta extinción masiva de especies (y la primera generada directamente por la raza humana) y la destrucción de sistemas que sostienen la vida en todas sus formas.

2. La población global sigue creciendo a una tasa muy alta, especialmente en las regiones del planeta que no cuentan con la biomasa y la infraestructura para asimilar ese crecimiento (los países más pobres del mundo). Cada año nacen aproximadamente 70 millones de seres humanos.

3. Una sexta parte de la población global sigue en condiciones de pobreza extrema, cifra que aumentará con la recesión. Esto representa una amenaza para el todo el planeta, los más pobres están expuestos más que nadie a los embates del cambio climático, están sujetos a mayores riegos sanitarios lo que se presta en este mundo migrante a la potencial propagación de pandemias.

4. El proceso de globalización se encuentra paralizado en lo político por intereses mezquinos, nacionalismos anacrónicos e instituciones globales que no se han reformado para dar cabida a los nuevos protagonistas del orden global (desde potencias emergentes hasta productores energéticos por ejemplo).

sábado, 24 de octubre de 2009

Contra el cliché apocalíptico


En estos tiempos es fácil dejarse llevar por el cliché apocalíptico; cualquier ser humano “sensato” sabe –sin saber- que estamos ante el fin de los tiempos, como lo creyeron con mayor justificación, las generaciones que vivieron la Segunda Guerra Mundial y la amenaza nuclear que le siguió en la Guerra Fría. A pesar de estas amenazas el mundo y la humanidad continuaron, aún esperando por aquél fulgor que repentinamente nos condene a la inexistencia. Ahora el panorama que nos espera no es menos complejo: un clima al borde de una amenazante y desconocida esquizofrenia, la pérdida sistemática de ecosistemas, los riesgos de una población global en expansión y la persistencia de la guerra, la hambruna, la pobreza y las pandemias. Pero eso no representa necesariamente la debacle de la raza humana. La Segunda Guerra Mundial fue seguida de un periodo de expansión y bonanza sin precedentes, el fin del bloque soviético trajo consigo una ola democratizadora en el que las libertades civiles experimentaron una expansión nunca conocida. De estas crisis salimos y saldremos de ésta. Y lo haremos con más logros que con arrepentimientos. Por ello creo que existe un cliché apocalíptico, basta cualquier charla en un café o las opiniones expuestas en un aula para darse cuenta. Todo está mal y todo empeorará. Pero esta visión nos hace perder contacto objetivo con nuestra realidad, de discernir lo bueno de lo malo. El mundo está mejorando en muchas formas. Y este artículo trata de una de esas mejoras. De acuerdo al estudio The State of the World's Vaccines and Immunization Report publicado por la Organización Mundial de la Salud y la UNIICEF en 2008 106 millones de niños fueron vacunados, la tasa más alta de la historia. Esto representa la prevención de dos y medio millones de muertes. Este logro tiene muchas explicaciones. En 2008 el mercado de las vacunas alcanzó los $17 mil millones de dólares, triplicándose desde el año 2000. La expansión del mercado ha involucrado a más empresas farmacéuticas. Los niños que sufren de enfermedades prevenibles como la tuberculosis o la polio dejan secuelas que pueden condenarlos a la pobreza de por vida. La importancia de facilitar el acceso a la vacunación es enorme. Otro detonante fue que la recesión no afectó a los fondos destinados por la UNICEF a este ramo. Pero los pendientes y los retos a futuro continúan. Diez de millones de niños aún mueren cada año por falta de acceso a vacunas o a agua potable. La recesión arrojará a 89 millones de personas por debajo de la línea de pobreza y el cambio climático dificultará la construcción de canales de distribución. Sin embargo esos 106 millones de niños son un logro innegable y una muestra irrefutable en contra del cliché apocalíptico. John Lennon y Paul McCartney dijeron que “todo está mejorando, todo el tiempo”, sólo hay que buscar dónde.

miércoles, 21 de octubre de 2009

¿Y si legalizásemos las drogas?


La ONU ha estimado que el narco genera unos $320 mil millones de dólares anuales a nivel mundial. En Europa los decomisos de cocaína se sextuplicaron en 2006 en comparación con 1995. A pesar de estos golpes el precio del producto ha bajado, lo que ha llevado a las autoridades mundiales a interpretar que el abasto ha aumentado. Tres cuartas partes de los operativos se han realizado en España y Portugal, dos puertas de entrada históricas al tráfico de drogas en el viejo continente. Pero si una ruta es interceptada por los gobiernos, otras se abren sin problema. Veintidós por ciento de la cocaína que entró a Europa en 2007 venía de África, en 2004 era cinco por ciento. Para Febrero de este año las autoridades de la UE externaron su preocupación por la apertura de rutas de tráfico en la región de los Balcanes. En los 80 la mayoría de la cocaína destinada a Estados Unidos salía de Colombia vía el Caribe. Al cerrarse esa ruta se establecieron las alianzas entre los cárteles mexicanos y colombianos para utilizar nuestro país como enlace entre ellos y el mercado estadounidense. La producción de opio se ha desplazado en los últimos años de Turquía y Tailandia hacia Myanmar y Afganistán. En la actualidad el tráfico en esta nación ha sido factor clave para sostener financieramente a los talibanes y a células de Al-Qaeda que han estado al borde de acabar con el gobierno en Pakistán. El narco puede ser un peligroso actor en regiones amenazadas por conflictos civiles y pobreza como el Medio Oriente. Puede quebrantar el orden civil, financiar conflictos armados y en varias ocasiones reemplazar a los aparatos gubernamentales. En Latinoamérica, los cárteles han ampliado su influencia sobre la región andina, dónde Bolivia y Perú se han convertido en importantes productores. Las naciones centroamericanas se han visto amenazadas por la incursión de nuestras mafias en sus territorios, principalmente las perpetradas por Los Zetas. El narco se ha convertido en un aparato ilegal transnacional, con una capacidad operativa apabullante sumada a una enorme disposición de recursos.

Este 2009 se cumplen 100 años de la prohibición contra las drogas y el resultado no es nada alentador. De acuerdo al World Drug Report 2008 la producción de cocaína se ha mantenido estable en Bolivia, Colombia y Perú. Aunque la producción se haya mantenido estable la siembra de coca aumentó 16% con respecto a años anteriores, Colombia presentó un crecimiento mayor con un 27%. La producción de opio y sus derivados se duplicó entre 2005 y 2007 alcanzando 8 mil 870 toneladas, el 92% producido en Afganistán. La producción de mariguana disminuyó ligeramente entre 2005 y 2007 al pasar de 42 mil a 41 mil 400 toneladas. La aceptación general a su consumo se ha mantenido estable en un 3.9% entre 2005 y 2007. Las drogas sintéticas como la metanfetamina y el éxtasis alcanzaron una producción de 449 toneladas. Valdría la pena mencionar que una droga legal, el tabaco, mata a 5 millones de personas al año mientras que las drogas ilegales a unas 200 mil. Veinticinco por ciento de la población adulta mundial es adicta a esta droga cuyo mercado está regulado legalmente. La cantidad de consumidores de entre 15 y 64 años de edad se ha mantenido estable en los últimos cuatro años. Son 208 millones de personas (4.9% del total global) que han usado drogas durante los últimos 12 meses. De ese total se calcula que sólo 0.6% tienen problemas de adicción. Con la excepción de las drogas sintéticas, todos los otros mercados han experimentado algún aumento en el total de consumidores. De 2005 a 2007 el consumo de mariguana aumentó de 3.8 a 3.9 por ciento, el de cocaína de .34 a .37 por ciento y el de heroína de .27 a .28 por ciento. El uso de metanfetaminas cayó de .60 a .58 por ciento. Estas cifras se han presentado en un contexto en el que los decomisos han aumentado de manera constante.

En 1998 la Asamblea General de las Naciones Unidas puso como meta que se eliminara o se redujera significativamente la producción de cocaína, mariguana y opio para 2008. Las cifras reflejan el fracaso de este compromiso. Además es un compromiso muy fácil de asumir pero finalmente es ficticio e irresponsable. La prohibición ignora totalmente cómo opera el mercado de las drogas. Primero se puede adaptar rápidamente a cualquier interrupción en la producción y el tráfico, como ha ocurrido en el surgimiento constante de nuevas rutas. La producción de los diferentes estupefacientes se ha mantenido estable o ha aumentado, armando a poderosas mafias en el proceso. El comportamiento del mercado parece indicar que el precio de las drogas es determinado por los costos del tráfico y la distribución por encima de los de la producción. Fumigar plantíos a gran escala merma el grueso de la producción pero aumenta el precio del total restante. Los decomisos y la destrucción de parte de la producción han ido en detrimento de la pureza de las drogas, en particular la de la cocaína. Con ello se vuelven más dañinas para los consumidores. La prohibición no logra responder a la versatilidad del narcotráfico, si se logra tumbar la producción de opio en Tailandia simplemente se desplaza a Afganistán y si se cierra la ruta del Caribe el tráfico se va por México. Y los costos de la prohibición –humanos y económicos- rebasan con creces los beneficios. Estados Unidos gasta $40 mil millones de dólares al año en atacar la oferta, arresta a 1.5 millones de consumidores al año encarcelando a la mitad. En México la guerra contra los grandes cárteles ha dejado de saldo más de 6 mil muertos y ha consolidado un mercado de consumo interno. La prohibición además ignora totalmente los problemas sociales de las adicciones, como el rompimiento de familias y la propagación del VIH. Además es capaz de derrocar a gobiernos en los países productores, contribuyendo como un actor protagónico a la inestabilidad global.

La medida más sensata sería la legalización de todas las drogas. Así se podría asumir el problema desde otra dimensión, el de la salud pública. Ayudaría a discernir al consumidor del traficante, invirtiendo masivamente en programas de rehabilitación y educación. Los gobiernos podrían capitalizar la legalización gravando los diferentes estupefacientes y con ello podrían guiar a los consumidores a optar por drogas menos dañinas (la mariguana sería más accesible que las metanfetaminas por ejemplo). Castigar a los consumidores no ha tenido impacto alguno en el consumo, los países más rígidos sobre el tema se drogan más. Muestra de ello es el aumento en consumo de estupefacientes sintéticos en Asia. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud en 177 países no encontró ninguna relación entre las leyes más estrictas y el consumo. La legalización por ende aumentaría el consumo, pero de una forma regulada en la que se podrán tratar a los adictos y atender consecuencias sociales como la propagación de enfermedades y la prostitución. Bajo este estatus quo los hijos de un adicto son inexistentes a los ojos de las autoridades y de la sociedad.

martes, 20 de octubre de 2009

La insoportable frustración de no ser carioca


Recientemente nos ha tocado a México, una de las potencias de América Latina nos incluya o no los oficialismos, el embate de la realidad. En algún momento que para una generación joven como la mía se ha vuelto distante, México era una “potencia en ciernes” y con ello se nos premió con dos mundiales y unas olimpiadas entre finales de los sesenta y mediados de los ochenta. La mítica actuación de Maradona y Pelé han quedado plasmadas en el celuloide de aquellas transmisiones y la comparación actual con Brasil resulta inevitable. El gigante carioca ha repuntado económica y políticamente, con un líder carismático como Lula da Silva, y ha hecho un ruido ensordecedor alrededor del mundo con su mundial en 2014 y sus olimpiadas en Rio 2016 –nominación que barrió con Chicago y Tokio, dos metrópolis titánicas del primer mundo-. Mientras México está decaído. Desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte –TLCAN- nuestro país se ha especializado en la manufactura para el mercado norteamericano, meca de la actual crisis global. Mientras tanto las materias primas brasileñas están aprovechando el repunte económico de China (cuyo crecimiento se proyecta ya en 7% el siguiente trimestre) para reactivar su dinamismo económico y hacer que la bosa nova se escuche hasta este hemisferio del planeta. Pemex, cuyo lugar en nuestro psique nacional ocupa un extraño lugar entre la Ilíada y el libro más rígido de ingeniería, es un rotundo fracaso. Petrobras es una paraestatal moderna, con capacidad de iniciar y desarrollar proyectos, que invierte afuera de Brasil. Mientras nuestra mítica paraestatal está quebrada, su producción va en picada y el descubrimiento de yacimientos en Chicontepec –que nos vuelve la tercera potencia petrolera global- son inalcanzables. Nuestra recaudación es de las más bajas con relación al Producto Interno Bruto, la violencia a escala nacional va en aumento, nuestra economía está plagada por monopolios públicos y privados que imposibilitan la creación de empleos, nuestros jóvenes migran cada año a EEUU lo que representa una pérdida de capital humano incalculable, nuestra clase política es dogmatica, corrupta y fracasada… si este es un momento de crisis global desde México se siente mucho más. Y nos duele aún más no ser cariocas.

lunes, 19 de octubre de 2009

Hacia mediados de siglo


Hacia el 2050 habrá problemas. La población global para mediados de siglo alcanzará los 9 mil millones, cantidad que aún podría variar si los países más pobres no bajan sus tasas de natalidad. A esos 3 mil millones se les va a tener que alimentar, lo que de acuerdo al Earth Institute en la Universidad de Columbia representará la pérdida de 900 millones de hectáreas de bosques y selvas. Más de 4 mil millones de hectáreas son utilizadas en el sector agrícola en la actualidad y en la práctica sólo se cree posible ampliar 100 millones más. La mayoría de las causales de la actual crisis ambiental se relacionan directamente con el sector agrícola, los pastizales son ahora los ecosistemas predominantes del planeta, en los procesos productivos se generan gases de efecto invernadero a gran escala como el metano y el óxido nitroso, a eso se suman los impactos de transporte. El 85% del agua utilizada para nuestro consumo es destinada a la producción agrícola, lo que resulta contingente ante los cambios de precipitaciones y de patrones hidrológicos por el cambio climático. El nitrógeno liberado en los cuerpos de agua (171 millones de toneladas al año) está llevando a otro fenómeno: las zonas muertas, donde la vida compleja acuática ya no puede encontrar condiciones para su supervivencia. Como si el panorama no pudiese complicarse este también se vislumbra la sexta extinción masiva de especies, la particularidad de ésta que es que la raza humana será la causante ¿Cómo podemos alimentar a una población creciente sin llevar a más ecosistemas al colapso? La producción actual es suficiente para alimentar a los más de seis mil millones que somos en la actualidad, la problemática reside en establecer canales de accesibilidad y promuevan el desarrollo agrícola de las naciones más pobres (para ello el primer mundo debe terminar con su política de subsidios y sus otras medidas proteccionistas). La escalada de alimentos del 2008 demostró como una multiplicidad de factores pueden conjuntarse para asfixiar el mercado global de alimentos, una crisis que aún azota a los más pobres del planeta y ha demostrado la urgente necesidad de cambios de fondo en el sector. El boom de los combustibles bioenergéticos fue un importante factor de presión, destinando parte de la producción agrícola al sector energético y alejándola del consumo humano. La modificación genética resulta problemática, empresas como la Monsanto han afirmado que es posible disminuir la demanda biológica de agua vía la modificación genética. Sin embargo no se ha encontrado forma de disminuir la necesidad de agua sin mermar la producción. Todo parece indicar que hay que apostar por optimizar la productividad agraria con tecnologías existentes. Un proyecto de aldeas sustentables del Earth Institute en Kenia y Malawi ha logrado triplicar y duplicar su producción agrícola respectivamente a pesar de sequías utilizando fertilizantes comunes y aplicando subsidios para garantizar su acceso. Las granjas pequeñas y medianas son las más preferibles ya que su impacto ambiental es menor y puede garantizar la seguridad alimentaria de todas las regiones del planeta. Uno de los países productores de granos Ucrania tiene el potencial para triplicar su producción. La sustentabilidad sigue siendo un problema no resuelto, debemos aún encontrar los medios para garantizar el desarrollo de nuestras sociedades con el cuidado del ambiente. Mientras tanto se vislumbra una mitad de siglo muy problemática en el horizonte.

jueves, 15 de octubre de 2009

Evolución y música


El adolescente promedio escucha entre una hora y media y dos horas y media de música al día. Sumándolas son ocho horas de su vida diurna ¿De dónde viene nuestra profunda fascinación por la música? Esta pasión humana parece ser un ataque antropológico al sonado “choque de las civilizaciones”: no importa que cultura, que credo, que etnia… los ritmos están presentes por doquier y en muchas formas. Además sostiene una industria masiva de entretenimiento que se ha especializado en una infinidad de géneros y subgéneros. Pero regresando a la cuestión de nuestra innegable fascinación, existen tres teorías encontradas sobre aquella tendencia que los humanos tenemos a escuchar y hacer música. Casi cuarenta por ciento de las canciones en las listas de popularidad hablan de sexo, relaciones y romance. Esta proporción nada despreciable ha sido bautizada la teoría shakesperiana, en la que el amor y la sexualidad reproductiva están profundamente ligados con nuestra evolución como seres musicales. Otra teoría, complementaria no rival, plantea que la música se formó evolutivamente para crear y fortalecer lazos entre grupos de humanos. Ambas teorías encuentran coincidencia en la creencia que la música evolucionó con nuestra especie como la información encontrada en nuestro genoma. Para cualquier persona resulta natural que la música puede estar relacionada con el sexo, una canción para ponerlo coloquialmente puede ser muy sexy. Y no solo Shakespeare encontró aquella relación, también lo hizo Darwin. En un trabajo anterior a El origen de las especies planteó que la inherencia humana con la música era una característica enfocada a conseguir pareja; una cualidad que embellece y tiene fines reproductivos como la cola de un pavo real. Geoffrey Millar, un investigador de la Universidad de Nuevo México, ha retomado y promovido este argumento. Para Miller este postulado del padre de la teoría evolutiva tiene fundamento en el mundo animal. Varias especies de pájaros utilizan la música para reproducirse; las hembras eligen a los machos con mayor capacidad de canto, factor que resulta determinante para que los más aptos de la especie puedan reproducirse. En sus estudios este doctor de Nuevo México ha aplicado esta teoría a jazzistas, argumentando que su desarrollo creativo como músicos es definido por su etapa reproductiva: su capacidad creativa se dispara en la pubertad, alcanza su punto máximo en su temprana adultez y luego decae con la edad y la paternidad. Leyendas del rock como Jim Morrison y Hendrix, que se jactaban de la cantidad de sexo que tuvieron en el pico de sus carreras, puede dar más sustento a lo planteado por Miller.

La segunda teoría no niega este vínculo entre la música y la reproducción pero plantea que además fue un factor clave para nuestro desarrollo social, estableciendo vínculos entre grupos de humanos y creando las primeras señales de identidad tribal. Así además de la “selección natural”, con la invención de las flechas y lanzas fue reemplazada por la “selección de grupo”, en la que los individuos optan por integrarse al colectivo más apto. Robin Dunbar, investigador de Oxford y experto en la conducta social de los primates, es el principal promotor de esta teoría y ha llegado a declarar que el modelo de Miller que aplica a los músicos de jazz también aplica a las estrellas de pop y a los compositores clásicos del siglo XIX. De acuerdo a Dunbar uno de los principales actos sociales vinculantes es el acicalamiento. Los humanos lo reemplazaron con el lenguaje cuando sus grupos crecieron demasiado como para poder acicalarse. A esto atribuye la aparición del lenguaje entre grupos de humanos con más de 140 miembros. Por otro lado importantes lingüistas han atribuido el nacimiento de lenguaje a cantos tribales primitivos. Así, la música podría ser concebida como una herramienta evolutiva que dio los fundamentos para la socialización y lo que paulatinamente conoceríamos como civilización.

La tercera teoría, antagónica a las dos anteriores, dice que la música jamás jugo este papel funcional en nuestra evolución. Esto lo sostiene Steven Pinker, un destacado lingüista de Harvard, que además niega que el lenguaje haya surgido de la música. Pinker dice que fue al revés. El lenguaje nació antes de la música y ésta surgió de una necesidad humana separada de la supervivencia evolutiva. Surgió producto de nuestra inteligencia y del entendimiento de los tonos, las melodías y los ritmos. Bajo esta tesis la música es un gusto, no una necesidad biológica. Para Aniruddh Patel del Instituto de Neurociencias de San Diego la música ocupa otro lugar en nuestra condición. Al igual que el lenguaje y la escritura, la música es algo que los humanos podemos aprender pero también podemos tener una cierta facilidad natural para comprender. Ciertas personas se expresan ligeramente mejor que otras, con la escritura esa separación se expande y con la música aún más. Patel en su teoría no niega que la música tenga un vínculo directo con nuestra sexualidad y reproducción. Todas estas teorías coinciden en que la música tiene un profundo efecto sobre nuestras emociones, ese es un misterio que la ciencia apenas está empezando a investigar. Dos científicos suecos, Patrik Juslin y Daniel Vastfjall, han encontrado seis reacciones directas de nuestra corteza cerebral hacia diferentes tipos de música. Esto demuestra que existe cierta predisposición de nuestro cableado neuronal hacia la música, por lo que las tres teorías parecen tener algo de cierto, tenemos cierta inherencia a la música (la cual está presente en todo el mundo animal) pero nuestra inteligencia y capacidad la han afinado y diversificado hasta la masiva industria musical que vemos ahora. Algún día sabremos exactamente lo que la música nos hace emocionalmente, cómo nos mueve y nos apasiona. Nos explicaremos por qué la genialidad del Revolver puede apabullar a algunos, o cómo la emoción del Ok Computer puede hacer sentir desde la alienación más profunda hasta la euforia más desbordada.

Matar nazis y hacer un clásico


La madrugada no es motivo para postergar la escritura de esta reseña sobre la nueva película Bastardos sin gloria. Y el motivo es que la magnificencia de esta realización me ha hecho liberar una suerte de endorfinas que vuelven la desvelada insignificante. Bastardos es un festín de sutilezas y matices que el director pone ahí para el cinéfilo fanático, aquél que ha seguido su carrera desde la sublime Perros de Reserva y que conoce la pasión de este realizador nacido en Tennessee por Jean-Luc Godard y los directores de la Nouvelle Vague (la productora de Tarantino se llama Band Apart en honor a Band of Outsiders, título anglo de la película de Godard). Es una ficción histórica con todos los recursos de una película épica hollywodense, pero el exceso de recursos es utilizado con maestría. El director apuesta por actuaciones chingonas y envolventes, destacando la del protagonista Brad Pitt interpretando a Aldo Raine, un teniente judío del Estados Unidos rural, una extraña combinación que al final no importa porque embona perfectamente con la Francia ocupada que Tarantino crea en los Bastardos. Y ese es uno de los puntos más fuertes. Cada personaje juega un papel único que dota a la película de su encanto violento en el que te conviertes en un cómplice que disfruta la violencia tanto como el director. Y luego está Christoph Waltz que interpreta al personaje más poderoso de la película, el Coronel de la SS Gestapo Hans Landa, un hijo de puta, malvado y frío pero a la vez encantador, con una capacidad prácticamente infinita de construir tensión. Las conversaciones triviales, sello distintivo de Tarantino (Harvey Keitel y Steve Bushemi teniendo una conversación sobre la ética de dejarle propinas a meseras previo a un robo millonario en Perros de Reserva; John Travolta y Samuel L. Jackson discutiendo las diferencias de los nombres en los menús de los Mcdonalds europeos y gringos en el camino a ejecutar a uno hombres en Pulp Fcition) están presentes en todo momento de la película, seguidos por intensas escenas de violencia que también se han convertido en otra referencia de este consolidado director. La influencia de la Nouvelle Vague se encuentra en el fanatismo de Tarantino por lo rutinario, aquellas conversaciones inteligentes y con mala leche son procesos largos hacia un fin, gusto que comparte con clásicos como Breathless y la ya mencionada Banda Aparte. Como audiencia él te pide que lo disfrutes, que goces el ritual de ver el cine y terminarás apasionado. La película está filmada con una belleza distintiva, la toma sutil de la mirada de una familia judía aterrada a través de las ranuras de un piso de madera, el cambio violento de cámara cuando el Teniente Laine amenaza de muerte a un nazi a cambio de información… éstas son demasiadas para enlistarlas en esta reseña y simplemente hay que verla. El tema de la venganza de un grupo de judíos sobre aquellos genocidas te involucra y da una sensación de placer culposo. Es una gran película de un director que respira para y con el cine, que transmite su pasión con una historia inteligente, actuaciones envolventes y una realización sublime. Otro clásico de uno de los directores más influyentes de la actualidad que, además, jamás estudió nada relacionado al cine.

Explorando youtube me topé un especial de la televisión británica dedicada a los Bastardos, entrevistan a los actores y al director, está dividida en 3 partes:
1… 2… 3…

miércoles, 14 de octubre de 2009

La liquidación de Luz y Fuerza, una cabeza menos de la hidra


El cambio requiere de rompimientos, de hechos clave que llevan a la historia a avances exponenciales. La liquidación de Luz y Fuerza del Centro y del Sindicato Mexicano de Electricistas es uno de esos hechos. Es la primera vez, en la etapa de la alternancia en el Ejecutivo Federal en nuestro país, que un gobierno adquiere el valor de enfrentar a uno de los bastiones corporativistas del régimen del partido único; uno de los lastres –junto con los monopolios, que a veces son lo mismo- para la consolidación de una democracia moderna en México, con una repartición de la riqueza más ecuánime y una sociedad más justa. Esta acción tiene sus motivos y tienen que ver con los balances fiscales del gobierno federal. En 2010 el fondo de estabilización petrolera –solución y causa de nuestro carente aparato fiscal- alcanzará los 95 mil millones de pesos, cantidad que por ley no puede ser utilizada por el gobierno federal cuyo boquete fiscal asciende a 480 mil millones de pesos. Los programas anticíclicos para sortear las crisis no están funcionando y todo parece indicar que el barril de petróleo mexicano no alcanzará los $54 dólares según proyecciones de la Secretaría de Hacienda. Liquidar a LyFC terminará con un subsidio deficitario de 46 mil millones de pesos en un país cuyo gobierno recauda aproximadamente el 18% del Producto Interno Bruto en impuestos y donde hay 40 millones de pobres. Más allá de las retóricas demagógicas, el progresismo debe estar del lado de los más pobres no de un sindicato cuya prepotencia y avaricia los llevó a privilegios ridículos como tener talleres mecánicos propios para reparar vehículos y tener un jubilado por cada dos trabajadores en un país de jóvenes, ahora debemos preocuparnos de dos temas. Primero no existe la necesidad de crear una nueva empresa paraestatal para mantener el sector eléctrico de la zona centro del país. CFE es una empresa eficiente y moderna: un trabajador de la CFE produce 1.76 gigawatts por hora, mientras que uno de LyFC produce 0.72. Las pérdidas de CFE son de 10 por ciento al año, alineado con la media global, LyFC presenta pérdidas anuales del 30%. Y segundo el gobierno debe aprovechar este momento para cortarle otra cabeza a la hidra corporativista: Aproximadamente 113 mil trabajadores de base son representados por el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. Mantener los salarios y prestaciones estipuladas en el contrato le cuesta a Pemex 5.8% de sus ingresos. El sindicato petrolero controla, con suma discrecionalidad y opacidad, buena parte de los recursos de la tercera petrolera mundial, cuyo valor total está estimado en más de 460 millones de dólares. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación tiene un patrimonio construido con aportaciones de la Secretaría de Educación Pública por 13 mil 300 millones de pesos según un documento de la SEP publicado en 2008. El sistema educativo mexicano es mediocre y Pemex no logrará levantar su producción, ambos sindicatos han resultado nefastos para sus respectivos sectores. Una cabeza de la hidra ha muerto con la liquidación de Luz y Fuerza, ahora hay que ir por más. El futuro de este país en este difícil escenario global, que se complicará más para mediados de siglo, depende de ello.

lunes, 12 de octubre de 2009

Dinero, por árboles


En diciembre las naciones del planeta se encontrarán en Copenhague. La capital danesa será el escenario para alcanzar una solución a lo que Scott Barrett, economista de la Universidad de Columbia en Nueva York, ha llamado “el problema colectivo más grande de la historia”: el cambio climático. La complejidad de alcanzar un consenso que reemplace al Protocolo de Kioto es enorme ya que enfrenta –en un nivel muy superfluo- dos posturas enfrentadas; la del primer mundo para disminuir su parte mayoritaria de emisiones y el derecho de las naciones más pobres del planeta a alcanzar una vida digna, con un acceso al consumo que sólo sus contrapartes han conocido. Pero más allá de este complejo y sinuoso escenario es necesario analizar las propuestas específicas, aquellas que ayudarán a los ecosistemas a nivel local, ámbito en el que sustentabilidad debe materializarse. En la ciudad Alemana de Bonn se ha estado tratando de afinar un sistema llamado Reduced Emissions from Deforestation and Degradation (REDD) cuyo objetivo es unificar una acción global para que los países con árboles y bosques tropicales los conserven enfriando la temperatura del planeta por medio de incentivos. La idea es integrar el REDD al Clean Development Mechanism (CDM) un sistema que obligaría a los grandes países emisores a pagar dinero a naciones pobres para que conserven sus árboles –los bosques tropicales se encuentran en los trópicos, en los países pobres del planeta-. Con esto se espera que los bosques se integren a la economía global por los servicios ambientales que proveen, como capturar bióxido de carbono. El sistema operaría como un fondo global a manos de Naciones Unidas, con bonos sobre cada tonelada de CO2 capturada. Algo positivo es que ya existe una fundamentación para instaurar este sistema, en 2008 las inversiones verdes para mantener bosques tropicales representó $705 millones de dólares. Sin embargo éstas fueron de carácter altruista y voluntario. El dinero del REDD ayudaría a que diferentes grupos autóctonos puedan diversificar su actividad económica para que no acaben con los recursos naturales de los lugares donde habitan. El problema va a ser afinar un sistema que lleve los recursos a donde deben llegar, que traspase las barreras de burocracia y corrupción que permean a las naciones más pobres donde aún se encuentran los pulmones de la tierra. REDD será propuesto en la cumbre de Copenhague en menos de dos meses y puede ser el sistema que detenga la deforestación de los bosques tropicales en Brasil, Borneo, Guyana, México etc. Esperemos que la medida esté a la altura de “el problema colectivo más grande de la historia”.