jueves, 10 de diciembre de 2009

Las posturas de Copenhague


Ayer se filtró un borrador de un acuerdo en Copenhague el cual ya fue desechado esta mañana por las acusaciones de las naciones en desarrollo que dicen que beneficiaba a los países más ricos. Lo que ocurre en la cumbre climática es el debate de muchas posturas encontradas, lo que demuestra la complejidad del cambio climático como problema colectivo. Me parece un ejercicio importante sintetizar las principales corrientes y posturas que están chocando en la capital danesa.

Primero está la postura de las naciones más ricas entorno al Protocolo de Kioto, que vence en 2012. Este acuerdo vinculante sólo obliga a los países ricos a reducir sus emisiones, lo que resulta anacrónico ante el crecimiento de las potencias emergentes como India, China y Brasil. Las naciones más desarrolladas bajo el Protocolo pueden facturar reducción de emisiones en países pobres con el Clean Development Mechanism (CDM), con el que hacen transferencias de capitales para apoyar procesos industriales de bajo impacto ambiental. Un nuevo acuerdo climático vinculante que sea sustentable al largo plazo deberá imponer reducción de emisiones a los nuevos protagonistas de la economía global. Existe la idea de que la cooperación internacional para impulsar una transición energética en los países pobres se enfoque a disminuir los índices de riesgo de inversión e incentivar la transferencia de tecnología por medio de mercados de capital privados. Los mercados de capital han sido históricamente mucho más eficaces para propagar tecnologías que los programas gubernamentales y un ejemplo de ello son los teléfonos celulares.

La segunda postura es la de las potencias emergentes, en la que entra México. Defienden la idea de que el primer mundo debe asumir los costos del cambio climático, lo que resulta lúcido al saber que dos terceras partes de las emisiones liberadas a la atmósfera desde 1850 fueron producto de los países industrializados. Hu Jintao ya ha declarado que los países ricos deben aportar el 1% de su Producto Interno Bruto al año para garantizar la adaptación de los países pobres. Mi país, como ya he mencionado en este blog, ha propuesto la creación de un fondo global operado por el Banco Mundial para medidas paliativas y de adaptación al calentamiento global.

Existe una tercera postura que comparten las naciones pobres con importantes capitales naturales (como Guyana o Borneo). Éstos están a favor de programas como el Reduced Emissions from Deforestation and Degradation (REDD) que plantea transferencias directas a habitantes pobres de zonas de importancia natural como bosques tropicales y zonas costeras. La idea sería diversificar la actividad económica y reconocer el valor de los servicios naturales que estos lugares proveen. En Copenhague ya se propuso la idea de ampliar el REDD a medidas de conservación más allá de los bosques tropicales y selvas. En este grupo entran los Estados nación que son islas que consideran el aumento de los niveles del mar como una amenaza a su existencia.

Sobre estas dos últimas posturas descansa la problemática operativa más profunda de la Cumbre: crear un marco regulador para las transferencias millonarias entre las naciones ricas y pobres, garantizando medidas vinculantes que obliguen a los gobiernos nacionales a implementar los cambios necesarios encaminados a la sustentabilidad. Kioto no contiene nada relacionado a transferencias de esta naturaleza, lo que sería la otra gran omisión del protocolo. Estas son las principales posturas que se están enfrentando en la capital danesa. De acuerdo a expertos las medidas que se están debatiendo suman un 80% de la reducción de emisiones requeridas para mantener el aumento global de las temperaturas por debajo de los 2º grados centígrados establecidos por el PICC. Ahora debemos alcanzar los puntos de acuerdo que puedan fungir de base para encarar el problema colectivo más complejo de la historia.

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