viernes, 11 de diciembre de 2009

Dinero por árboles, en la práctica


Nuestra economía es depredadora del medio ambiente por una cuestión de prioridades. Los bienes naturales (selvas, arrecifes, acuíferos etc.) no son priorizados en nuestro status quo económico pues no se les atribuye valor alguno a los servicios vitales que proveen (reciclar nutrientes a los suelos, regulación de la temperatura, reutilización del agua), lo que lleva al saqueo que está causando la actual crisis ambiental. En La Tragedia he tratado una de las medidas que considero más interesantes para revertir esta situación: un programa de transferencias económicas a los habitantes de zonas cuyos capitales naturales proveen servicios que deben compensarse, ofreciendo oportunidades de desarrollo para comunidades excluidas y manteniendo los preciosos recursos naturales que tienen y que nuestro planeta necesita. Esta medida, que se encuentra a debate en Copenhague, es conocida como la Reduced Emissions from Deforestation and Degradation (REDD). La base para un programa global como éste ya existe. En 2008 las inversiones verdes para mantener bosques tropicales ascendieron a $705 millones de dólares. Y ya hay un caso piloto que ha rendido grandes resultados. En la Reserva Juma al sureste del estado Amazonas en Brasil. Dentro de la Reserva los habitantes de la comunidad Boa Frente reciben $360 dólares anuales para explotar sustentablemente su bosque tropical, extrayendo aceites medicinales de diferentes árboles por ejemplo. El subsidio parecerá mínimo pero el ingreso anual de los habitantes de la zona es de aproximadamente mil dólares. La deforestación en la Reserva Juma no ha cesado pero se ha disminuido considerablemente. Imágenes satelitales del gobierno carioca demostraron que en 2006 se perdieron 150 hectáreas de bosque, tras la implementación del programa piloto de REDD se deforestaron 80 hectáreas en 2008. Las implicaciones de este logro son enormes. Primero confirma que los habitantes de las zonas marginadas con mayor capital natural no dilapidan sus recursos por irracionalidad sino por necesidad. Involucra a las comunidades locales y ayuda la diversificación de actividades económicas. También apoya a los gobiernos con los problemas de infraestructura. El estado del Amazonas es 4 veces más grande que Texas. El tamaño del lugar y la falta de infraestructura imposibilitan el monitoreo policíaco para proteger el bosque tropical. REDD se ha demostrado como una alternativa viable que vincula la conservación ambiental con el bienestar humano, el desarrollo y el abatimiento de la pobreza. Ahora en Copenhague resulta vital ampliar los recursos y los alcances de este programa.

Con Copenhague quiero continuar con este intento de sacar del olvido diferentes materiales perdidos en este blog. Para esta ocasión y relacionándolo con el programa REDD les recomiendo de nuevo el video Reconstruyendo un bosque tropical: el proyecto Samboja Lestari en el que el empresario y altruista Willie Smits explica como su proyecto logró reconstruir un bosque tropical de Borneo. Lo que más resalta es el énfasis que el proyecto depositó en el involucramiento de las comunidades locales con la explotación sustentable de su bosque tropical y su bienestar social y económico. Esto será lo que definirá al largo plazo el éxito de REDD.

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