Desde hace tiempo ya, el PRD y sus huestes se han hecho de una costumbre: partido político rival que los contradiga (ya sea el PAN o el PRI) merece ser llamado “fascista”. La etiqueta no sólo demuestra una ignorancia histórica enorme sino que también ubica al partido de izquierda en una esfera de moral infundamentada comparada con aquella que emana de la religión –lo que resulta una ironía en todo el sentido-. Lo más grave es que esta mañana en el programa de Carmen Aristegui la asociación civil El Caracol llevó a cabo una accidentada entrevista en la que denunciaba una medida fascista que lleva implementando el Gobierno del Distrito Federal desde el periodo pasado. Esta organización ha denunciado una campaña de limpieza de indigentes de las calles de nuestra ciudad digna del Nacional Socialista alemán. Todo parece indicar que desde los tiempos de la “Ciudad de la Esperanza” camionetas blancas escoltadas por patrullas secuestran a indigentes –entre ellos niños de la calle- para llevarlos a zonas periféricas de la capital, el medio para el fin obviamente son los golpes. Una nota de El Universal publicada en diciembre de 2007 entrevista a diferentes jóvenes que fueron víctimas de esta infamia. Las delegaciones en las que se han concentrado estas acciones son la Cuauhtémoc y la Venustiano Carranza, que de acuerdo a la Institución de Asistencia de Integración Social concentraban hacia el 2005 el 67% de la indigencia del DF. Esta idea de “limpieza social” es una medida que el progresista gobierno capitalino adaptó del plan de recuperación de Nueva York aplicado por Rudolph Giuliani, uno de los representantes más icónicos del conservadurismo en EEUU. La Comisión de Derechos Humanos del DF (CDHDF) presentó en noviembre de 2007 dos denuncias de levantamientos con abuso físico a niños de la calle. Ahora, en pleno 2009, El Caracol llamó al programa de Aristegui para denunciar la desaparición de cinco niños de la calle Artículo 123 en el Centro Histórico, dos de ellos desaparecieron tres meses. Nadie ha revelado a dónde se los llevaron. Esto es ilusorio y autoritario, demuestra que la dirigencia política capitalina prefiere desaparecer problemas sociales en lugar de solucionarlos. La clase política no puede dividirse en buenos y en malos, la complejidad de la existencia no nos ofrece de una dualidad tan simple. Pero hay que tener siempre desconfianza de los políticos que se laurean en un moralismo autoatribuido. Y si desaparecer a indigentes es una política del partido antifascista en México, entonces los nazis eran unos demócratas progresistas.
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